Redacción El País
En la cocina diaria, preparar arroz puede parecer una tarea sencilla, pero lograr que quede suelto, esponjoso y sabroso no siempre es tan fácil. En busca del punto justo, muchos cocineros —tanto amateurs como profesionales— han empezado a aplicar un recurso simple pero muy eficaz: agregar un chorrito de vinagre al agua de cocción. Aunque pueda parecer un detalle menor, lo cierto es que esta práctica tiene fundamentos tanto técnicos como nutricionales.
Cómo actúa el vinagre durante la cocción
El principal compuesto del vinagre es el ácido acético. Este no solo es el responsable de su sabor ácido, sino que también incide directamente sobre el almidón del arroz. Al entrar en o con los granos durante la cocción, retrasa el proceso de gelatinización del almidón, lo que evita que se apelmacen. El resultado: un arroz más suelto, liviano y con mejor presentación, ideal para cualquier receta.
Pero eso no es todo. Este mismo ácido contribuye a conservar el arroz cocido por más tiempo. Al disminuir el pH del alimento, crea un entorno poco favorable para bacterias y microorganismos que aceleran el deterioro. Por eso, es una técnica muy útil para quienes cocinan por anticipado y refrigeran porciones para varios días.
Beneficios que van más allá de la cocina
Según investigaciones citadas por la Escuela de Salud Pública de Harvard, el consumo moderado de vinagre tiene efectos positivos en la salud metabólica. Entre ellos:
- Favorece la sensibilidad a la insulina, lo que ayuda al cuerpo a regular mejor los niveles de glucosa en sangre.
- Disminuye los picos de azúcar post comida, algo clave para personas con diabetes o resistencia a la insulina.
- Prolonga la sensación de saciedad, ya que enlentece la digestión de los carbohidratos, lo que puede colaborar con el control del apetito y del peso.
Una técnica ancestral que cruzó fronteras
En Japón, el vinagre forma parte esencial de la preparación del arroz para sushi. Además de darle un toque de sabor, ayuda a mantener la textura perfecta y actúa como conservante natural. Esta práctica, con raíces culturales muy profundas, fue adoptada en otras cocinas del mundo por sus múltiples beneficios, tanto en lo culinario como en lo sanitario.
El portal especializado The Kitchn también señala que cocinar arroz con vinagre contribuye a una cocción más pareja, facilitando la absorción de nutrientes y realzando el sabor general del plato.

¿Cómo se incorpora el vinagre al arroz?
Si querés aplicar este truco en casa, seguí estos pasos:
- Enjuagar bien el arroz antes de cocinarlo, para eliminar el exceso de almidón en la superficie.
- Agregar entre 1 y 2 cucharaditas de vinagre (de manzana o de arroz) por cada taza de arroz crudo, una vez que el agua está en la olla.
- Cocinar a fuego medio-bajo, con la olla tapada, hasta que el agua se haya absorbido completamente.
- Dejar reposar el arroz entre 5 y 10 minutos después de la cocción, con la olla tapada.
- Sazonar a gusto, ya que el vinagre, en estas cantidades, no modifica demasiado el sabor final.
El vinagre de manzana es el más común para este uso, pero también se puede recurrir al de arroz, sobre todo si se trata de recetas con influencia asiática. Lo importante es no pasarse con la cantidad, para que el sabor ácido no se adueñe del plato.
Un recurso útil para la cocina de todos los días
Este pequeño ajuste puede marcar la diferencia, especialmente si cocinás en cantidad para guardar en la heladera o el freezer. Además de alargar la vida útil del arroz, ayuda a mantener una textura ideal y suma beneficios nutricionales sin esfuerzo extra. Un ejemplo más de cómo un simple detalle puede transformar un plato común en uno mucho mejor.
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