Un café antes de salir de fiesta puede parecer una buena idea para tener energía y resistir toda la noche. Pero, según el Instituto Nacional de la Salud de los Estados Unidos (NIH), esta decisión podría tener consecuencias para su cuerpo y cerebro. Los expertos alertan sobre los efectos nocivos de la cafeína cuando se mezcla con alcohol.
“Incluso las personas sanas deben evitar mezclar cafeína con alcohol”, explica el Doctor Sergi Ferre, científico del cerebro del NIH. Esto se debe a que la cafeína puede impedir que el cerebro sienta los efectos depresores del alcohol, lo que podría llevar a alguien a beber más de lo que normalmente bebería.
La cafeína actúa bloqueando una sustancia química llamada adenosina, responsable de provocar somnolencia a medida que avanza el día. Al bloquear la adenosina, suprime la fatiga y da una sensación de energía. Sin embargo, esta misma acción puede ocultar los efectos del alcohol.
Cuando una persona bebe, el alcohol actúa como un depresor del sistema nervioso central: enlentece los reflejos, disminuye el juicio y relaja el cuerpo. Pero si antes ha consumido cafeína, su cerebro puede no registrar esas señales con claridad. El resultado es que se siente más sobrio de lo que realmente está.
Esto, según Ferre, “puede llevar a tomar más decisiones impulsivas, beber más de lo que debería o pensar que está en condiciones de conducir cuando no es así”.
En términos simples, la cafeína no reduce los efectos del alcohol; solo los enmascara. Además de alterar la percepción de embriaguez, la combinación de alcohol y cafeína puede tener efectos fisiológicos preocupantes.
La cafeína, en grandes cantidades, puede causar palpitaciones, ansiedad e incluso problemas gastrointestinales. Y si se suma al impacto del alcohol en el hígado y el sistema nervioso, los riesgos aumentan. “El corazón puede acelerarse, el sistema digestivo alterarse y el sueño interrumpirse”, advierte el doctor Ferre.
Ángela Paez Rodríguez, El Tiempo/GDA
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