Ingerimos decenas de miles de partículas plásticas al año: qué efectos tienen en la salud

Múltiples estudios han encontrado nano y microplásticos en tejidos del cuerpo humano como la placenta, el cordón umbilical y los pulmones, entre otros.

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Comer, vianda
Mujer come vianda de plástico.
Foto: Freepik.

Micro y nanoplásticos (MNPs), así como aditivos como ftalatos y bisfenoles, han sido encontrados en órganos humanos y se relacionan con múltiples afecciones, desde daños celulares hasta trastornos hormonales. Estas sustancias están presentes en alimentos, bebidas, aire y productos de uso cotidiano, como los cosméticos.

Se estima que una persona puede incorporar entre 74.000 y 121.000 partículas plásticas al año. Estos contaminantes han sido hallados en tejidos críticos como la placenta, los pulmones y el cerebro, con implicaciones profundas para la salud reproductiva y neurológica.

Los efectos tóxicos de los plásticos abarcan desde inflamación y estrés oxidativo hasta daños en el ADN, alteraciones metabólicas y neurotoxicidad. Estudios en células humanas han demostrado que ciertas partículas plásticas alteran funciones hormonales clave, debilitan la barrera hematoencefálica y podrían reducir la capacidad del cuerpo para combatir infecciones. Algunos plásticos incluso actúan como “vehículos” de metales pesados, radionúclidos o bacterias, amplificando sus efectos nocivos.

Plástico
Mujer cubierta de plástico.
Foto: Freepik.

Según explicó María Valentina Suárez, investigadora y estudiante de maestría de la Universidad Nacional, en los estudios realizados en la ciudad de Manizales se encontraron microplásticos en el cordón umbilical, la placenta y la sangre de mujeres gestantes, lo que es un llamado de alerta urgente por los riesgos que generan. “Sabemos que los microplásticos afectan el sistema inmunológico durante el embarazo. Que generan un mayor riesgo de preeclampsia y restringen el crecimiento intrauterino”, señaló Suárez.

A pesar de la enorme complejidad de avanzar en este campo, la investigación con ratones también ha descubierto que estas partículas afectan a la comunicación entre neuronas y a la producción de neurotrasmisores.

El plástico, omnipresente en el estilo de vida actual, se descompone lentamente en partículas muy pequeñas que acaban diseminadas en todas partes: se han hallado desde en la cumbre del Everest a la fosa de las Marianas, a 10 kilómetros bajo la superficie marina. Los investigadores los denominan 'microplásticos' cuando su diámetro es inferior a 5 milímetros (mm) y 'nanoplásticos' cuando es menor de 0,001 mm, en ambos casos tamaños inasequibles al ojo humano.

Mateo Chacón Orduz, El Tiempo/GDA

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