Tengo cierto optimismo de lo que este gobierno pueda lograr en términos de transformaciones y entendemos que hay una convicción bastante generalizada de que, haber vuelto a gobernar, si es para seguir haciendo lo mismo, no habría valido la pena. Habría, sin embargo, una contradicción esencial si solo se apuesta a mantener equilibrios para recién cumplir ciertos objetivos que cambien la realidad. Si solo se apuesta a esperar a crecer a tasas decentes, para corregir desequilibrios existentes, el momento puede no llegar nunca y puede decepcionar.
El ministro Gabriel Oddoneya no es consultor, no la va a tener fácil, porque en el cargo que ocupa, se toman decisiones, se arriesga, se reorientan recursos, se priorizan grupos, sectores, empresas y esto suele generar reacciones, oposición, enfrentamientos en el ámbito del propio gobierno.
Cuando asumió la cartera hizo algunos reconocimientos: “tres personas que para mí fueron muy significativas en mi carrera”, mencionó a Danilo Astori, como un gran referente, a Fernando Lorenzo, su amigo y compañero de rumbo y también a Martín Rama, que catalogó como una de las personas más influyentes en él, desde el punto de vista intelectual. Esta referencia sin quererlo, me motiva a retomar algunas de las miradas que este colega ha tenido sobre la economía uruguaya y su destino, a lo que también nos hemos referido antes.
Buena señal
Decía Oddone al asumir “estamos ante un gran desafío de cambio climático, lo que presenta enormes desafíos para la política económica, en particular para las formas de financiamiento y el tipo de inversiones que tenemos que realizar”. Coincido enfáticamente.
Señaló tres desafíos para la política económica: primero, acelerar el crecimiento, “Uruguay no puede sostener su matriz de protección social, su sistema de convivencia si se crece al 1% como en la última década”. ¿Hay allí un adelanto de lo que no pasará o una advertencia de lo que costaría? No está probado que el huevo viene primero y la gallina luego.
Advertir, tanto si llega a ser cierto como si no, que por restricciones de base no se van a atender ciertas prioridades principales señaladas por el FA, o que esto sucederá solo si logra alcanzar una tasa de crecimiento decorosa, resulta un poco ilusorio y no va a pasar.
Señaló prioritario “fortalecer la matriz de protección social”; advirtió que es potente, pero no es inclusiva de todos. Mejor no se podía expresar. Tercer desafío, la seguridad. En todos los casos intentarán encontrar los espacios fiscales necesarios.
Por último, señaló tres prioridades. Primera, “Fortalecer la estabilidad macro” con un argumento algo maniqueo: “es imposible mantener los niveles de convivencia y niveles de cohesión y protección social si la estabilidad macroeconómica no es un aspecto consolidado”. Segunda, “Aumentar la competitividad del país”, agregó “recibimos una economía potente, eficiente, pero que tiene enormes oportunidades para mejorar su competitividad”, aseveración con la que coincidimos, pero, pondera en demasía la economía uruguaya como “potente”, toda una exageración. Y tercera, “Encontrar espacios fiscales” para financiar distintas iniciativas, que definió como foco del gobierno de Orsi, y, va a tener que encontrarlos, si no quiere que le hagan como a Juana De Arco.
El Uruguay de los vivos
En “Uruguay, el país de los vivos”, Martin Rama retrata nuestro comportamiento, el de los actores públicos, el de los ciudadanos, incluidos los actores políticos, dejando en evidencia que, algunos de los factores de ese comportamiento, nos hacen perder competitividad y eficiencia.
Por ejemplo, destaca que existe un incentivo mayor a expandir gasto corriente que la inversión. El país se modernizó, pero, salvo en sectores que se transformaron (puertos, seguros, etc.), gran parte de esa realidad no cambió, el Uruguay de las corporaciones, de los intereses creados y de las “chacritas” sigue allí [1].
Más allá de la contradicción sin sentido de recortar inversiones en infraestructura con impacto procíclico en períodos de tasas de crecimiento anémicas, en un país con claro déficit de infraestructura como Uruguay[2], hay un raro incentivo para que los agentes públicos desarrollen la infraestructura a un ritmo excesivamente lento según Rama[3].
El sector transporte, el de los combustibles y también en buena medida el sector financiero, se llevan el premio en cuanto a conservar “cotos de caza” y estar hiper regulados, así como ganan el podio en este país de los vivos. El sistema actual de transporte, por ejemplo, mira su propio ombligo hace años, genera rentas puras, recibe subsidios, acumula patrimonio y de algún modo somos rehenes y debemos pagar un peaje para salir de allí. La culpa no es del chancho.
En pocas semanas algunas decisiones generaron mucho ruido en materia de inversiones, y, a su vez, se hicieron anuncios importantes. Una fue apresurada por el cambio de gobierno (agua), otra condicionada por la presentación de un juicio millonario (ferrocarril) y otra discutida por su oportunidad y pertinencia (colonización). Solo algunos ejemplos.
Esto ya pasó, pero, por otro lado, hoy tenemos un desafío muy importante por delante, en lo que hace al transporte metropolitano de pasajeros. Varias propuestas han sido planteadas o presentadas. Lo mejor para todos, para el Gobierno y la sociedad, es que, en este caso tan sensible, no se dé motivo a generar suspicacias, ni en el procedimiento, ni entre quienes vayan a intervenir y evaluar, en definitiva, en nada.
El gobierno, en los términos de Rama, debe asegurarse que se defienda una inversión real, que se aumente la productividad, que no intervengan solapadamente intereses creados y que se proceda con transparencia, con reglas claras para todos y sin favoritismo, ni condicionamientos corporativos, ni compromisos políticos o sectoriales, valorando todo lo que está en juego, que es mejorar la eficiencia para la sociedad toda, el medio ambiente y la economía en su conjunto.
Hasta ahora los gobiernos de algún modo han sido omisos, quizás rehenes, pero no se pueden mentir y mentirse tanto y por tanto tiempo, así que es hora de intentar cambiar y así parece va a ser.
Enhorabuena, confío que nuestros jerarcas estarán a la altura del desafío y hagan como los 33 orientales en la Playa de la Agraciada y se digan, hasta acá llegamos, con estas reglas impuestas, y, a partir de ahora, seremos libres de definir nuestro propio destino, el mejor que logremos diseñar, pero en beneficio de la sociedad toda, para lo cual deben cuidar y estar atentos a observar y analizar si están influenciados o rodeados, o no, de actores con intereses creados, algunos incluso que pueden ser juez y parte, claro, si se lo permiten.
[1] “La distorsión de los incentivos que enfrentan los agentes públicos tiene consecuencias sobre el crecimiento económico”. Lo que se pone en juego es “la asignación de las partidas presupuestarias al gasto corriente o a la inversión pública”
[2] Referido en varios estudios por multilaterales para Uruguay como para el resto de Latam
[3] Ver ensayo de Ec. Martin Rama sobre el crecimiento del Uruguay: “Uruguay, el país de los vivos”