El “enorme potencial de la pesca” en Uruguay, pese a la conflictividad, endeudamiento y descapitalización del sector

Parece que estamos en la agenda; el Frente Amplio tomó nota de lo que dejó pasar el gobierno anterior.

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Carlos Olivera
Carlos Olivera, Director Ejecutivo de Novabarca.
Ignacio Sánchez, El País

Carlos Abel Olivera es cubano, hace 13 años que se instaló en Uruguay y es director de la pesquera Novabarca, que integra la Cámara de la Industria Pesquera del Uruguay (CIPU). Es un entusiasta defensor del sector, y asegura que, “a pesar de años de deterioro, endeudamiento y descapitalización”, la pesca en Uruguay “tiene un enorme potencialy que se puede activar rápidamente”, advierte. Sostiene que “con 200 días de trabajo promedio al año, no podemos ser rentables”, y asegura que ello es consecuencia, fundamentalmente, “de la alta conflictividad”. Tiene expectativas ante el nuevo gobierno “que parece tener la pesca en agenda” y lamenta “no haber contado con gran apoyo” en el gobierno anterior. A continuación, un resumen de la entrevista.

—¿Cuál es la situación por la que atraviesa la pesca?

—Esta zafra es un momento bisagra, al menos para la pesca costera o de mediana altura, que es la flota más grande, con 33 barcos. Es el sector de la pesca, además, que genera más empleo, ya que es el que está asociado a las plantas de procesamiento. Comenzó la zafra y todos los barcos están en puerto. Si esto no se resuelve muy rápido, ya no habrá más nada que hablar. Estoy hablando de cuestión de semanas.

—¿Cómo se llega a una situación tan extrema?

—La zafra es todo. Nosotros trabajamos varios meses a pérdida, endeudándonos durante la baja temporada (noviembre-abril). Fuera de la zafra, alistamos el barco, le ponemos combustible, cargamos todo lo que necesitamos, el barco está siete días trabajando, se mueve mucho por la zona de pesca porque hay poco pescado y cuando vuelve, generalmente viene con la mitad de la bodega, y con piezas de menor valor por su tamaño o las especies que se consiguen. Entonces, todo es a pérdida. Y lo mismo ocurre en la planta, donde hay costos fijos en todo el año y se trabaja bien seis meses.
Por eso, cuando llega mayo, comienza la zafra y hay que aprovecharla bien hasta setiembre, porque es cuando se hace la diferencia en el sector. Y con la zafra recién comenzada, un conflicto no nos deja zarpar. Increíblemente, los últimos meses de baja temporada no habían sido del todo malos. Por tanto, pensábamos que éste iba a ser un buen año para recuperarnos de las pérdidas de los años anteriores. Pero no...

—La semana pasada se supo que los barcos no zarpaban, ¿por qué?

—Nos encontramos en plena zafra con la flota parada, a partir de una exigencia nueva del sindicato que nunca estuvo en un marco de negociación. Entienden que quien sustituya al patrón de barco cuando este descansa, no debe ser otro tripulante, como fue siempre hasta ahora. Eso tiene costos adicionales, pero además el número de tripulantes está limitado por la normativa, nunca estuvo en discusión este tema. Y cada vez que se para un barco son millones de pérdida, de capturas que no se realizan, de contratos por exportación que no se cumplen, clientes que se pierden.

Carlos Olivera
Carlos Olivera
Ignacio Sánchez, El País

—Entre las denuncias que se han presentado por los sindicatos, se sostiene que hay barcos de 30 años y con carencias.

—Más que eso; hay barcos que son de 1961, 1962, que han sido restaurados, equipados, y que tienen grandes condiciones para el trabajo. Para poder habilitarlos, tienen que cumplir con una larga lista de exigencias, y estos barcos las cumplen. Hay otros que no están tan bien. Ojalá pudiéramos invertir en barcos modernos, pero no es rentable, insisto.
No se construyen barcos, no porque no queramos tener barcos nuevos, es porque para construirlo necesito que alguien me preste cuatro millones de dólares y se lo tengo que poder pagar. Por más préstamos blandos a los que se pueda acceder, no tenemos capacidad de devolverlo.
La pesca de altura, la que captura merluza y calamar, a partir de buenos precios, se ha modernizado, con inversiones que, estimo, están por encima de los 100 millones de dólares. Una flota que tiene 13 barcos factoría y hoy ha podido invertir. Barcos que generalmente exportan directamente desde puerto. Pero la pesca costera, la más numerosa en barcos y empleos, no está en condiciones.

— Más allá de esta coyuntura, hay una situación estructural sobre la cual vienen reclamando desde hace ya tiempo…

—El primer problema que tenemos es la operatividad, es decir, no se puede tener un negocio en el cual se trabaja 200 días al año, con costos de 365. Eso está condicionado por el clima en la región, una variable que no controlamos. La segunda variable, son las averías. Los barcos tienen más años, requieren más mantenimiento. Eso es mejorable. Con mejores resultados, se podría invertir en ese rubro. Y la tercera variable la conflictividad laboral, un enorme problema. Con menos paradas por averías y sin conflictos, más allá del clima, podríamos embarcar 300 días al año. La ecuación sería otra.
Después tenemos los mismos retos que tiene toda la industria en Uruguay, como el tipo de cambio y costo de la energía. Pero nosotros resolviendo los temas de los que hablaba, tenemos una base para empezar a hablar de los demás asuntos que deberían mejorar.

— En este contexto, ¿es viable la pesca?

—Sin dudas. Tenemos clientes que nos reconocen, podemos vender en muchos mercados y solucionando esos temas podemos operar relativamente bien.
En Uruguay llegó a haber algo más de un centenar de barcos, hasta hace unos quince años. Hay empresas de capitales extranjeros que se han ido, varias locales que han cerrado; cinco o seis barcos desde el año pasado no salen, porque les resulta más conveniente quedarse en puerto y esperar. No pueden subir a dique para mantenimiento, algunos tienen embargos por deudas, o directamente no están en condiciones de equiparlos para zarpar. Eso, a la larga, son empresas cerradas. Lo mismo pasó con las plantas industriales, ya que en los dos últimos años cerraron dos.

—¿Consideran que hay potencial como para un mayor desarrollo de esta actividad en el país?

—Toda la cadena de la pesca, desde la artesanal hasta la de altura y las plantas industriales, y con actividades que requieren no solamente gente con conocimientos de la pesca, sino también del área frigorífica, la electrónica, soldadores, logística. Hoy, el sector genera unos 150 millones de dólares en exportaciones; nosotros estimamos que se puede llegar a unos 500 millones de dólares. Hay para crecer en la pesca costera y en la de altura, mucho más. Los recursos están, también el conocimiento y los mercados. Somos competitivos y llegamos a unos 70 mercados. Hoy hablamos de unos 3 mil empleos directos y otro tanto indirectos. Las proyecciones que hacemos apuntan a la posibilidad de movilizar 10 empleos en todo el ecosistema. Además, generando en las plantas empleo genuino para un sector de mano de obra sin especialización, generalmente mujeres, muchas veces jefas de familia.

—En 2024 presentaron un documento con reclamos ante Dinara, Prefectura y otros organismos, ¿qué resultado tuvieron?

— Veníamos de un parate de siete meses, con escasas posibilidades de obtener rentabilidad de nuestro trabajo. Con el gobierno anterior, tomamos “hectolitros de café”; se habló mucho, nos escucharon mucho, pero hicieron muy poco. Tuvimos mucho a las autoridades, pero no hubo respuestas concretas. Por tanto, no fue buena nuestra experiencia con el gobierno de Lacalle Pou. Presentamos documentación para que Prefectura modificara el marco normativo, a la ANP para temas asociados con y seguridad en el puerto; a Dinara para que se redujera el costo de los permisos, al Banco de Seguros, por un formato de cobertura que tiene incentivos inadecuados; al Ministerio de Trabajo por temas vinculados a las relaciones laborales y a la jubilación bonificada en el sector, que representa un aporte significativo para las empresas. En algunos rubros se consiguieron cosas transitorias, en otros nada. No queremos que se nos subsidie la actividad, pero sí que se nos deje trabajar.

Terminal pesquera en el Puerto Capurro
Terminal pesquera en el Puerto Capurro.
Foto: Presidencia.

—Durante el conflicto del año pasado, los trabajadores denunciaron que lo que había en realidad era un cierre patronal...

—Y sí, con conflictividad y una mala ecuación económica, el incentivo era dejar el barco en puerto. Eso ocurrió con la gran mayoría de los barcos, en la baja temporada. Allí habíamos presentado nuestros reclamos al gobierno. Eso se dio hasta el 30 de abril, que es cuando el sindicato hace la asamblea todos los años, y a partir de ese momento el sindicato paró como medida a la negociación del convenio. Era el comienzo de la zafra, no teníamos un conflicto con los trabajadores, estábamos reclamando al gobierno. Ojalá los trabajadores lo hubieran entendido y nos hubieran acompañado en los reclamos.

—Es que resulta visible una gran desconfianza entre las empresas y los sindicatos.

—Año tras año firmamos convenios y se violan. En el convenio pasado, el que venció en abril de 2024, contabilizamos 90 violaciones por parte de los sindicatos. Y no pasa nada. Hablamos fundamentalmente de parar los barcos por cualquier razón, no teniendo en cuenta la cláusula de paz prevista en el convenio. Acá es un hábito, primero se para y después se habla. Y lamentablemente, el ministerio de Trabajo no operó como garante.

—Los trabajadores también denuncian atrasos recurrentes en los pagos y malas condiciones de trabajo…

—Los atrasos en los pagos son ciertos, pero una cosa es consecuencia de la otra. Trabajamos al límite, los conflictos nos llevan a endeudarnos y no podemos con todo; los trabajadores son parte de los acreedores de la empresa, cuando se dan esas situaciones.
En cuanto al estado de los barcos, las embarcaciones pasan un montón de inspecciones de prefectura y habilitaciones de Dinara, que son sumamente exigentes, y si no se cumpliera no los habilitaría.

—¿La condición de estar sindicalizado es excluyente para embarcarse?

—Sí, ha habido hasta reconocimiento público de esa situación en entrevistas. No les dejan subir, los bajan del barco. No solo hay que estar sindicalizado, sino además estar anotado en una lista, que funciona como una bolsa de empleo forzosa. Ni siquiera denuncias en la Inspección General del Trabajo han dado resultados.

—¿Qué expectativas tienen con el nuevo gobierno?

—Varios ministros en su discurso de asunción, hablaron de la pesca. Yo creo que el Frente Amplio tomó nota de lo que dejó pasar el gobierno anterior. Ahora estamos en la agenda de gobierno, por lo menos. Las reuniones con los ministros han sido auspiciosas. Y este es un sector que puede dar buenas noticias muy rápido. Si cuenta con lo necesario para trabajar, tiene una gran capacidad de recuperación; acá no hay que hacer una zona franca, ni grandes inversiones, ni regímenes especiales. Tenemos el capital invertido, los clientes, el personal, si nos dejan trabajar todas las cifras se pueden duplicar rápidamente. Esperemos que el gobierno lo entienda.

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