Gustavo Basso, socio fundador de Conexión Ganadera, murió el jueves 28 de noviembre del año pasado. El velorio fue el viernes. Pablo Carrasco estaba en shock, había perdido a quien había sido su amigo por más de 20 años. No obstante, en ese mismo momento ocho personas se acercaron a decirle que el difunto les debía dinero y le preguntaron cuándo les iban a pagar. Fue “una falta hasta de delicadeza”, relató Carrasco en su declaración en Fiscalía, según surge del audio al que accedió El País.
A Basso lo conocía desde fines años 90. Carrasco asesoró a un grupo de productores y empezaron a tener algunos encuentros. Conexión Ganadera —empresa que definió como su “hijo pródigo”, a pesar de cómo terminó— nació para cambiar “un contrato histórico, de una forma que se pudiera modificar y utilizar”, sostuvo.
“El contrato histórico era: alguien ponía una vaca, y otra persona tomaba todas las decisiones y la hacía producir. La vaca se dividía e iban miti miti. Pero ese contrato tenía problemas para ser masificado porque había uno que ponía todo el dinero y otro tomaba todas las decisiones”, explicó.
El modelo de negocios de Conexión Ganadera, desarrolló Carrasco, era “cambiar ese contrato” para que la remuneración de quien “ponía el ganado” —el inversor— fuera fija y pequeña en proporción a la ganancia. La remuneración variable era para quien tomara las decisiones.
“Estoy haciendo un resumen muy rápido de muchos años”, se excusó, y agregó: “Pero después de allí lo que terminó de cerrar un buen producto fue elegir los períodos de los animales en los cuales el crecimiento de valor es casi inexorable”. Es decir, apuntaban a comprar y vender el animal al mejor valor, según el tiempo de su desarrollo.
Aunque, explicó Carrasco, en muchos campos la actividad ganadera rinde alrededor de 3%, en el caso de Conexión Ganadera rendía más porque elegían la vaca en el periodo justo para generar mayor rentabilidad. Comenzaron ofreciendo tasas muy altas —14%— porque no eran conocidos y no había confianza en ellos, entonces debían hacer la propuesta atractiva. Pero esa tasa fue bajando hasta cerca de 7%.
“Mi posición a muerte es que el problema número uno que tienen los ganaderos es la liquidez y los malos negocios hechos por falta de liquidez. Cosas mal vendidas (...) Nosotros resolvíamos el tema de liquidez porque la vaca llegaba en tiempo y forma al primer pedido y lo esperábamos hasta que lo vendiera en su mejor momento para hacer después un nuevo contrato”, expuso.
Pero ese negocio que, a ojos de los inversores, cerraba perfectamente, arrastraba problemas económicos desde hacía años. El fiscal Enrique Rodríguez le leyó a Carrasco un informe de la Dirección General Impositiva (DGI) que establece que el valor más alto registrado de activos de la empresa fue a fines de junio de 2021 —304 millones— y el más alto del pasivo fue la misma fecha —222 millones—, pero desde allí “los activos experimentaron una reducción de 50%” y los pasivos una “drástica variación”. Tras un extenso análisis, concluyeron que era posible que hubiera un “vaciamiento de la empresa”.
Carrasco declaró, en otro momento, que cobraba de Conexión Ganadera 1.500 dólares y 63 mil pesos. Salvo en el año 2022 donde retiró parte de su dinero para comprar un apartamento en la ciudad de Madrid (España). Esta propiedad fue puesta a disposición de la Justicia.
La forma en la que se gestionaba el dinero en Conexión Ganadera y todas las empresas satélites en el caso, fue lo que atravesó toda la declaración. Carrasco insistió en todo momento que él sabía poco sobre el tema y confiaba ciegamente en Basso. Tanto, que toda la vida pensó que había “sacado la lotería”, teniendo a alguien que supiera tanto como él a su lado.
Por eso —dijo— era Basso a quien él le pedía dinero para distintas operaciones vinculadas a la empresa, y sostuvo que nunca tuvieron un problema. Ante la insistencia del fiscal en saber si él no veía los balances, Carrasco contestó que cada seis meses mantenían reuniones para hablar “de planes a futuro” y su socio le “comentaba” la situación. “Yo casi no sé leer un balance. No es mi know-how, pero en todos los casos me mostraba cifras alentadoras de Conexión Ganadera”, relató.
A su vez, la Fiscalía detectó que en algunas oportunidades los inversores de Conexión Ganadera, en lugar de depositar el dinero en la cuenta de la empresa, le depositaron a Basso directamente. Carrasco dijo no saber nada al respecto.
“Yo soy una persona hasta el 28 de noviembre y soy otra persona después”, afirmó y resaltó que durante 25 años los animales que pidió llegaban y el dinero que necesitaba le era entregado.
La empresa Conexión Ganadera es difícil de separar de Hernandarias XIII, su principal compañía satélite, que era propiedad de Carrasco y su esposa Ana Iewiudikow. Con esa firma arrendaban los campos en los que estaba la mayoría del ganado de Conexión Ganadera.
De esa empresa, de la que no participaba Basso, no podía desconocer sus números, alegó el fiscal, que leyó un informe que sostenía que “las pérdidas totales acumuladas” en los ejercicios cerrados de 2023 y 2024 eran de dos millones de dólares. “Nuestro gran problema fue la sequía de 2023”, justificó y explicó que debieron tomar la decisión de “salvar el ganado” y para eso le pidieron dinero prestado al escritorio rural de Basso. Él les dio entre seis y siete millones de dólares.
Luego de las explicaciones genéricas sobre el negocio, el fiscal Rodríguez le pidió que aclare uno por uno los episodios que le generaban dudas.
Propiedades
El 28 de marzo de 2022 Carrasco compró un apartamento por un valor superior a 300 mil dólares. El valor, aclaró ante una pregunta de su abogado Jorge Barrera, era un tercio de la rentabilidad que había obtenido ese año. Otros 600 mil dólares de su propiedad “quedaron en la empresa” porque el negocio “es un sube y baja” y querían tener seguridad, dijo.
Poco más de dos años después compró otro apartamento, esa vez en Punta del Este, por 290 mil dólares. Para esa compra, aseguró Carrasco, le pidió prestado dinero a Basso. En ese entonces —remarcó el fiscal— ya tenía una deuda con él por 7 millones de dólares que le había dado para salvar a Hernandarias XIII. “Tenía un panorama excepcional” para el año siguiente y creía que recuperaría el dinero.
Distintas firmas
El Frigorífico Casablanca tenía, a la fecha del cierre de Conexión Ganadera, una deuda de más de 20 millones de dólares con la empresa. Aunque —según Carrasco— Basso le comunicó que el frigorífico les debía, no le contó cuánto. Ante la pregunta del fiscal de porqué le seguían mandando animales, afirmó que el fallecido le manifestó que para cobrarle necesitaba que no se “cayera”.
“Es lo que pasó con Pluna”, ejemplificó.
Aparte, esa deuda, había negociado Basso —siempre de acuerdo al relato de Carrasco— se la compensarían con acciones. El sueño que tenía el ingeniero agrónomo era “hacer toda una cadena y vender la presa”. Para eso necesitaba un frigorífico.
Para ese entonces, Basso ya tenía su propio frigorífico, pero de ovinos. Se llamaba Bamidal y le debía 15 millones de dólares a Conexión Ganadera. Carrasco afirmó que se enteró de esa deuda viendo los balances. “No tenía la menor idea”, sostuvo.
En la empresa, en tanto, Del Terruño eran socios tanto Carrasco como Basso. Nació como un proyecto de exportar carne a Estados Unidos y consiguieron inversores dispuestos a financiarlos. Buscando no tributar en ambos países crearon dos empresas —Conga y Tango— que a su vez eran dueñas de Del Terruño LLC en Estados Unidos, cuyo fin era importar la carne que ellos producían en Uruguay. Por este esquema societario, dijo Carrasco, estuvo citado en el caso de los Panama Papers.
Consultado sobre quién afrontó la pérdida del cierre del emprendimiento, contestó: “Inicialmente los inversores perdieron la plata que habían puesto (...) y después, bueno, Conexión Ganadera teóricamente era la que estaba perdiendo esa plata, porque esto se hizo con la total anuencia de Basso”.
Padrones en Rocha
“Un día Gustavo Basso llegó con la noticia de que habíamos comprado un campo”, comenzó por decir Carrasco, antes de que el fiscal le pidiera que precisara porqué dijo “habíamos” si él no había participado. La respuesta fue que Conexión Ganadera lo había comprado”. Basso “me pidió que hiciera algún producto de inversión para inversores en tierra y recuperar ese dinero”, especificó. Junto a su esposa, hicieron un proyecto de secuestro de carbono. Tres inversores habían apostado al proyecto previo al quiebre de las empresas.
El campo que habían comprado eran tres padrones en Rocha. Pagaron por ellos 3 millones de dólares.
El fiscal indagó si sabía que había sido pago con cinco cheques que salieron de una cuenta de Conexión Ganadera que, a su vez, es la misma en la que los clientes inversores depositaban su dinero. Carrasco se limitó a responder: “No lo sabía, no sé nada de los contratos”.
"Fue impericia mía"
Tras la muerte de Basso, se supo que las cosas en Conexión Ganadera no andaban bien. Sin embargo, en los meses siguientes —lo que quedaba de noviembre, diciembre y enero— se celebraron, entre renovaciones y nuevos ingresos, 272 contratos.
Rodríguez le preguntó porqué había decidido seguir adelante si no sabía "dónde estaba parado", a lo que el fundador de la empresa respondió: "Por impericia mía. Me dediqué a atender gente como si eso hubiera ayudado en algo. Y no me ayudó en nada más que sacarme el tiempo que yo necesitaba para abordar algo que me era completamente ajeno. Para mí la vida era una vaca".
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