"Vos vas a terminar mal con esa muchacha", le escribió, tiempo antes de su homicidio, un joven a su amigo. Según concluyó la Justicia, fue esta “muchacha” -su pareja por más de 10 años- la que, junto a su amante, cranearon su ejecución. El juicio estuvo cargado de amenazas, según declararon varios testigos, y también de intenciones de vincular el homicidio a cuestiones de deudas por armas o droga, lo que la jueza descartó.
María Noel Odriozola consideró acreditada la teoría que planteó la Fiscalía de Homicidios de 3er Turno, representada en el juicio por Alana Eccher y Alexandra González: el homicidio de este hombre estuvo motivado por un problema sentimental. Por eso, condenó a la expareja de la víctima a 13 años y ocho meses de prisión y al amante de ella a 15 años, puesto que fue el autor material del crimen.
El homicidio fue cometido el 30 de mayo de 2021, a las 15:33. Para ese entonces, la víctima quería volver a toda costa con su pareja, pero la relación era conflictiva. Ella le había hecho una denuncia de violencia doméstica, pero siempre dejaba su rastreador en su casa para que no detectaran que se acercaba a él.
Aunque el día del crimen estaba previsto que ella fuera a visitarlo a su casa por la noche, decidió sola que iba a pasar sobre el mediodía. Fue, estuvo allí un rato, y se retiró en un taxi. Para ese entonces, concluyó la Justicia, le había avisado a su amante que la víctima saldría pronto del edificio y que no tenía armas.
El hombre que iba a cometer el homicidio, le pidió a un amigo en común si lo podía llevar hasta el lugar, pero le mintió. Le aseguró que iba a robar a la víctima y que lo iba a hacer a raíz de un dato que le había pasado su amante. Al llegar al edificio, se bajó del auto y se quedó varios minutos esperando a su víctima con el arma en la mano, cubriéndola con ropa.
Apenas el joven salió de su edificio, lo ejecutó de un único tiro en la cabeza. Luego de eso, corrió hasta el auto y huyó.
La defensa de la mujer hizo hincapié en que -según sus dichos- la víctima se movía en negocios de drogas y armas y, al momento del crimen, tenía deudas. De hecho, enfatizaron, tiempo antes había sido secuestrado y había recibido varios tiros.
Para la jueza, ese argumento “no resulta válido”. “No alcanza la posibilidad de que tenga muchos enemigos sino que esa afirmación debe estar apoyada en otros indicios que corroboren que esa persona puede ser la responsable”, sostuvo en su sentencia.
Uno de los testigos clave del juicio fue el hombre que llevó al homicida en su auto -y que fue condenado a cuatro años de cárcel por haber colaborado-, puesto que relató las amenazas que sufrió y cómo había sido la exmujer de la víctima la que había alertado a su amante de los movimientos que haría. Pero más allá de eso, explicó la jueza, hay otras pruebas que refuerzan su participación. A las 15:20, la mujer le envió un mensaje a la víctima asegurando que estaba en una plaza con el hijo de ambos y su madre. A través de distintas pruebas, llegaron a concluir que eso no era cierto. “Lo que no hace más que reforzar la hipótesis de que el hecho estaba previamente planificado”, explicó la jueza.
Al momento, el condenado está preso, pero ella está con arresto domiciliario total para poder cuidar de su hijo. Irá a la cárcel si la condena queda firme -porque la sentencia es apelable- o si un juez, a pedido de la Fiscalía, considera que es riesgoso que se encuentre en su domicilio y dispone su encarcelamiento preventivo.
Mensajes que, sospechan, fueron editados
En el juicio se presentaron unos mensajes de WhatsApp del testigo clave donde itía haber mentido a cambio de obtener una pena menor. Esos mensajes supuestamente los recibió la condenada y decían que había mentido “apretado” por “la barra” y porque la Fiscalía le había ofrecido bajarle la pena.
Sin embargo, en base a la declaración de un perito y una escribana, la jueza Odriozola determinó que esos mensajes “no pudieron ser corroborados y presentan una alta probabilidad de haber sido editados”.
El análisis de las antenas telefónicas reveló que el celular desde el que se enviaron los mensajes se activó en una zona próxima al domicilio de la condenada y, aunque el chip está a nombre de la madre del testigo, ella negó haberlo comprado.