Proponen cambios para orden de los apellidos de los niños cuando hay reconocimiento tardío de progenitores

La propuesta la realizó el senador nacionalista Martín Lema y, según se explica en el proyecto de ley, es para la "preservación del derecho de identidad".

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Entre 2014 y 2017 se robaron en promedio 20.000 cédulas por año. Foto: isaportal.com.uy
Cédula de Identidad.
Foto: Estefanía Leal.

¿Cuál apellido va primero? ¿El de la mamá o el papá? En el Parlamento se proponen cambios para los casos en los que uno de los progenitores reconoce de manera tardía —después de los 90 días del nacimiento, habido fuera del matrimonio— a su hijo. Así lo hizo el senador nacionalista Martín Lema en un proyecto de ley que busca modificar el Código de la Niñez y Adolescencia.

En la iniciativa se explica que hoy, cuando el niño tiene menos de 13 años, se establece que tiene que llevar primero el apellido del padre y después el de la madre, solo pudiéndolo alterar por común acuerdo entre los progenitores. Entonces, sucede que, cuando un hijo es inscripto solo por su madre —por lo que lleva su apellido— y, al tiempo —que pueden ser años—, aparece el padre, se cambian los apellidos, lo que implica un cambio de identidad.

Por lo tanto, se propone que exista la posibilidad de que el niño —ante un escenario donde hay uno que lo reconoce de manera tardía— mantenga su primer apellido —sea el del padre o madre— y que se le añada en segundo lugar el del nuevo progenitor.

En esa línea, se explica: “Si el hijo fue inscripto por su madre y luego el padre lo reconoce pasados los 90 días de nacimiento, la regla es que continúe manteniendo como primer apellido el de su madre y como segundo el de su padre, salvo que exista acuerdo entre ellos de alterar el orden”.

Y lo mismo sucede en caso contrario: “Si el hijo fue inscripto por su padre y luego su madre lo reconoce pasados los 90 días desde el nacimiento, la regla es que continúe manteniendo como primer apellido el de su padre y como segundo el de su madre, salvo que exista acuerdo entre ellos de alterar el orden”.

La decisión de poner 90 días desde el nacimiento es “para evitar la problemática que podría darse cuando ambos padres reconocen a sus hijos en un breve lapso de tiempo”, se indica, y añade: “Se quiere evitar que, si el padre o madre inscribe inmediatamente de nacido el niño y a los pocos días el otro progenitor también lo reconoce, este pierda derecho a que lleve su primer apellido”.

Al mismo tiempo, se aclara que se propone mantener vigente la disposición de que, “en los casos de hermanos hijos de los mismos padres, el orden de los apellidos establecido para el primero de ellos, regirá para los siguientes, independientemente de la naturaleza y orden del vínculo de dichos padres”.

Dentro de los argumentos para el cambio de la normativa están que, con la legislación actual, el cambio del orden de los apellidos le genera al niño un “trastorno importante ya que afecta su identidad frente a sus familiares, amigos, centros de estudio, etcétera”. Y continúa: “En general no quieren que sus apellidos sean modificados, y, si hoy la opción existe para adolescentes entre 13 y 18 años, no hay motivos para no ampliarla a menores de 13 años”.

Desde el equipo de Lema, la abogada y escribana Agustina Maschwitz explicó a El País que se busca la “garantía de identidad de esos niños” porque, con el paso del tiempo, se identifican con un apellido y después hay que iniciar un proceso —más allá de la modificación del documento— de explicación de lo que sucedió porque, además, para su entorno también va a haber un cambio.

Además, aseguró que “no son casos aislados” y que son situaciones que suceden “mucho más de lo que uno cree”.

Por otra parte, se realiza una propuesta para el hijo que ya es mayor de edad: se quiere que, al ser reconocido, “también pueda optar por mantener los apellidos por los cuales venía siendo identificado”.

Para este punto, se explica: “En mayores de edad, si bien debe recabarse su consentimiento, a veces desconocen que este acto implica alterar sus apellidos. Y pero aún cuando tienen descendencia, donde se modifican los apellidos de sus hijos, con todo el trastorno que eso conlleva”.

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