El nuevo paradigma de "seguridad" en la economía, los efectos en América Latina y el ¿adiós a la OMC?

La Aladi sopesó las alternativas para esta región y para Uruguay ante un proteccionismo en auge que pone en riesgo el crecimiento de los países en desarrollo.

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Sergio Abreu
Sergio Abreu.
Foto: EFE

El sistema de comercio internacional actual viene desmoronándose desde hace casi una década y la istración Trump, más allá del respiro que dio en las últimas horas, lo está terminando de socavar.

Según expertos, es muy difícil que el multilateralismo se recomponga y, en el supuesto negado de que así sea, tendrá características muy diferentes a las que históricamente ha tenido. En ese interjuego mundial, América Latina sale perdiendo, con impactos diferentes, propios de la región más desigual del mundo.

¿Qué dicen los expertos? Que poco y nada se puede esperar de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que todas las áreas de la economía mundial están cambiando bajo el paraguas de la “seguridad nacional”, que esta región debería “agarrarse a Europa” con acuerdos que sí le permitan desarrollarse con ese referente comercial.

Estos temas se abordaron en el conversatorio “La región ante las incertidumbres del escenario global”, organizado por la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi) ayer, en el que participaron Juan Carlos Baker, exministro de Economía de México; Ricardo Sennes, economista del Centro Brasilero de Relaciones Internacionales (CEBI) y académico del Atlantic Council de Washington D.C.; y Andrés Malamud, politólogo argentino e investigador en la Universidad de Lisboa.

El futuro que ya está

Baker sinceró que la caída del sistema multilateral se venía dando antes de las barreras comerciales que impuso la istración Trump, con una OMC que ha ido perdiendo agilidad y liderazgo, y con grietas en su propia estructura. De hecho, países como México, Perú y Chile, por nombrar algunos, ya han actuado con acuerdos más allá de este organismo multilateral.

Visita de Ngozi Okonjo Iweala (OMC) a la Aladi en Montevideo.
Sergio Abreu, director de Aladi y Ngozi Okonjo Iweala y directora general de la Organizacion Mundial de Comercio.
Foto: Leonardo Mainé

En los tiempos del covid-19 y con Trump se catapulta una nueva tendencia que pone en primer plano los temas de “seguridad nacional”, alineadas a políticas proteccionistas en distintas áreas de la política y economía mundial.

Según Baker, existen tres escenarios posibles a futuro: uno, se detiene la tendencia de guerra de aranceles y se da un desescalamiento en las relaciones comerciales entre EE.UU. y China (con impacto positivo a nivel mundial); dos, se regresa a un multilateralismo, pero mucho más moderado, porque primaría cierto consenso en que el sistema comercial de hace unos 15 o 20 años estaba “demasiado abierto” (esta sería una proyección moderada); o, tercero, las guerras comerciales derivan en una “ley de la jungla”, en la que América Latina no quedará para nada bien parada.

Más concretamente, Baker proyecta que Brasil, México, Argentina (los más grandes de la región) tendrán mayor capacidad de influencia relativa ante los embates externos, porque son los países con más comercio de la región y parte del G20. Colombia, Perú, Costa Rica y Panamá, con niveles de comercio medio, tendrán que luchar más para salir adelante. Y las economías menos diversificadas y con un comercio internacional menor arriesgarán sus posibilidades de crecimiento en adelante.

Uruguay tiene a favor su estabilidad política y visión de apertura comercial y, si se concreta el acuerdo Unión Europea-Mercosur, también saldrá ganando, aunque su peso de influencia sea bajo.

Sennes habló del “desmantelamiento” de los sistemas multilaterales de comercio, no solo de la OMC, sino también del Banco Mundial, al que consideró “cada vez menos relevante para los desarrollos de los países”.

El economista advirtió dos líneas en la política de Trump: un campo de nacionalismos comerciales puros, que buscan superávit sobre todo en bienes (a pesar de que esto va a contrapelo de la “sociedad del conocimiento”); y otro campo que se maneja más con la idea de confrontación militar entre EE.UU. y China de los próximos años.

En el primer caso, EE.UU. buscará que las relaciones comerciales bilaterales tengan mayores restricciones arancelarias y no arancelarias en todo el mundo. En el segundo caso, el tema de la seguridad se expandirá cada vez más en las distintas áreas de la economía.

De hecho, se habla ya de una “nueva economía” centrada en la seguridad nacional que irá abarcando todo: desde materiales de defensa propiamente dichos, hasta producción de chips, inteligencia artificial, robótica aplicada, tecnologías duales, pasando por transformación energética, producción alimentaria y demás áreas y sectores, al servicio de la seguridad.

Visita de Donald Trump
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump y el presidente de China, Xi Jinping, en Beijing, antes de la actual guerra comercial.
Foto: AFP.

“En la seguridad se abre un nuevo mundo con riesgos claros de mayor desmantelamiento del actual sistema internacional del comercio, que está colapsando. No hay interés en recuperarlo”, afirmó Sennes.

Los analistas advierten que esos escenarios serán especialmente contraproducentes para los países en desarrollo, porque significarán un mundo sin mecanismos de protección suficientes para los más débiles en el juego comercial internacional.

“Transitamos esto sin anestesia y sin relevancia, en la lucha geopolítica”, dijo Sergio Abreu, secretario general de Aladi y moderador del evento, al referirse a la situación de esta región.

“Aferrarse de Europa”

Malamud fue categórico al señalar que “al desarrollo se llega por invitación o emulación, no por aislamiento. Y no nos abren la puerta”.

A su entender, América Latina no ha despegado en su crecimiento no solo por factores internos, sino por temas geopolíticos. “Si los poderosos patean la escalera, no hay nada que hacer. No todo es nuestra culpa”, afirmó, contradiciendo a Premios Nobel que sostienen que, más que la geografía para crecer, lo importante son las instituciones. “No es tan así”, opinó Malamud.

Otros factores que operan en contra de la región es que los países que la conforman miran en direcciones diferentes —unos más a EE.UU. y otros más a China—, que las perspectivas de crecimiento son muy diversas entre ellos, y que está pesando cada vez más el tema demográfico en los últimos años.

El politólogo mencionó que los grandes de la región —Brasil, México y Argentina—, no son capaces de impulsar a los demás países al desarrollo (como sí se impulsan entre sí naciones europeas). Y que los más pequeños en esta parte del mundo, por el contrario, se han alejado de los “grandes inestables”.

En ese contexto, donde no hay aliados para crecer dentro de la región, Malamud vislumbra que América Latina debería “atarse” a un socio lejano, como lo es la Unión Europea, que tiene reglas claras, potencial de beneficios en términos de regulaciones y contratos.

Haciendo un paralelismo con la literatura griega, Malamud consideró que, así como Ulises se ató al mástil de su embarcación para no perder el rumbo, América Latina tendría que aferrarse a la Unión Europea, “que confío siga siendo una potencia”, afirmó.

En esa línea, consideró que el acuerdo Unión Europea-Mercosur será vital no solo para los países del bloque latinoamericano, sino para toda la región. Todo esto en un contexto en que EE.UU. y China se debaten en la turbulencia de sus luchas por la hegemonía mundial, y con los que habrá que seguir negociando en forma individual.

Los analistas reconocieron, finalmente, que será difícil para esta región elaborar una agenda común y entienden que no existe mucho espacio para grandes acuerdos, pero que se debería seguir apostando por la integración y realizar, al menos, acuerdos tácticos y focalizados, sobre todo a nivel de logística y conexiones de infraestructuras físicas y digitales, para fortalecerse.

Lo cierto es que el debate sobre cuáles son los nuevos roles a asumir en la integración regional en un mundo conflictivo, se ponen más que siempre sobre la mesa, con sus alertas rojas y las pocas posibilidades de maniobra de las naciones más vulnerables, pero que las hay.

ALADI

Debilidad de la OMC

Sergio Abreu, director general de la Aladi, advirtió que la crisis del sistema internacional tal cual lo conocemos no tiene posibilidad alguna de solucionarse dentro de la OMC, un organismo que incluso tiene sus mecanismos de resolución de controversias “desmantelado”, señaló.

“Los países que forman parte de la OMC —dijo— no están en condiciones de llegar a consensos”. A su entender, solo hay espacios para soluciones que fomentan posiciones unilaterales, no multilaterales.

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