En mi última nota referida a Cecilia Cairo y sus olvidadas obligaciones tributarias, escribí, “Es innecesario recordar que la política exige que sus practicantes exhiban un mínimo de moral personal, más aún cuando su cargo público se relaciona directamente con su conducta privada”. Hoy es noticia conocida que el Presidente Orsi, cumpliendo con sus responsabilidades terminó, pese a la manifiesta renuencia de la ex ministra, por cesarla o más cortesmente por aceptar su dimisión, y dar por concluído el “affair”.
Al comienzo, cuando la ministra justificaba su incumplimiento impositivo en su pobreza como madre desprotegida, un estado que sin duda se extiende a muchas uruguayas, Fernando Pereira, presidente del F.A. consideró que todo se centraba en un error personal de Cairo, que se resolvía pagando y deningún modo ameritaba su renuncia. Aclaró además, ante esa eventualidad, nada justificaba que Orsi la aceptara. Luego frente al hecho consumado, rectificó, aclarando que su posición era otro error, esta vez cometido por él mismo. Triste y pobre retirada.
Digamos en primer lugar, para despejar dudas semánticas, que clase no es un sustantivo calificativo, que encierre un valor en sí mismo como parecen creer sus correligionarios. Según la Academia se trata de un “grupo de elementos con características comunes”. Personas, objetos, ideas, etc. Pese a que no parece ser esa la acepción que maneja el MPP. Extrañamente sus integrantes no se sienten políticos, característica que define a esta clase. Se definen como vecinos y vecinas que militan politicamente. Más precisamente, está implícito en su declaración, que menosprecian a los políticos, en su mayoría y en particular a los pertenencientes a los partidos tradicionales, un conjunto de seres menores al servicio de la burguesía.
Estas afirmaciones no son una atribución arbitraria, son declaraciones escritas de sus congresos, el último de los cuales, realizado bajo el nombre de “Eduardo Bonomi y Gabriela Soto”, el 16 de junio del 2023. Consignan que nacieron en 1989, en confluencia con el PVP y el MRO. Pero es conocido que sus orígenes partidarios se remontan a los Tupamaros, quienes, luego de su derrota militar, en un largo proceso, renunciaron a la lucha armada.
Pese o por estos antecedentes, son el mayor partido del F.A, pululan como mayoría en el Parlamento y nuestro Presidente es integrante del mismo. Por lo que bien puede decirse que el mismo es socialista, pese a que jamás lo recuerde. Sin embargo, la pregunta es: ¿los emepepistas son realmente tan radicales como se definen? Para responder se impone matizar. Su líder fue y sigue siendo José Mujica, un hombre que ha evolucionado desde sus origenes guerrilleros, hasta devenir en el actual oráculo posmoderno. Su probable sucesor, Alejandro Sánchez, ha continuado su camino, exhibiendo prudencia y sensatez. Oddone es prueba de lo mismo. Desde entonces el MPP, no sin querellas internas y abandonando alianzas originales, ha mantenido una práctica democrática, sin perjuicio de algunos retornos a sus orígenes, como si de la gran fogata que los Tupamaros sólo quedaran rescoldos que algunas circunstancias iluminan. Creo que este caso, en sí mismo menor, es una prueba de esa rememoración.