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José “Pepe” Mujica

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Rodolfo Rodríguez | Montevideo
@|Sus luces y sus sombras.

La vida de José “Pepe” Mujica como la de todos los seres humanos ha sido un conjunto de luces y de sombras.

A principios de los 60´ Uruguay enfrentaba diversos problemas económicos y sociales, pero a pesar de ellos seguía vigente un sistema político democrático pluralista que permitía la pluralidad y la libre circulación de ideas y opciones políticas. Eso es lo que constató el propio “Che” Guevara cuando nos visitó en 1962, y por lo cual advirtió (sin ser escuchado) que: “En Uruguay no estaban dadas las condiciones para la lucha armada y el pueblo uruguayo tiene la posibilidad de avanzar en los cambios sociales por las vías pacíficas y democráticas”.

A esto contribuyó fuertemente el triunfo de la Revolución Cubana y otros acontecimientos internacionales que crearon una vorágine de poderosos huracanes revolucionarios que atraparon a toda una generación de jóvenes idealistas latinoamericanos, que asumieron que los cambios sociales que entendían necesarios sólo podían alcanzarse por la vía armada revolucionaria, siguiendo el camino que los cubanos con Fidel Castro habían marcado.

Al final, esas buenas intenciones se volvieron feroces y la deriva de Mujica y el MLN fue cada vez más alejada de los ideales perseguidos. Después de una etapa a lo Robín Hood (robaban a los ricos para darles a los pobres, sin derramar sangre) fueron cayendo en prácticas cada vez más militaristas. Con secuestros y muertes de gente inocente de ambos lados.

En la cúspide de los delirios militaristas del MLN, largaron acciones casi que suicidas, como la del 14 de Abril de 1972, que precipitaron su derrota aplastante ese mismo año, con la mayoría de sus militantes presos, y además contribuyeron a consolidar a los sectores más duros y golpistas de la Fuerzas Armadas que terminaron dando el Golpe de Estado, en Junio de 1973.

Mujica salió en libertad en 1985. Y aquí comienza una nueva etapa en la cual a la luz de la experiencia de todo lo vivido (el derrumbe del mundo socialista con la caída del Muro de Berlín y el derrumbe de la aureola de la Revolución Cubana), lo lleva a ser autocrítico y renegar de las viejas banderas revolucionarias, revalorizando la democracia pluralista.

En una entrevista con Búsqueda a modo de autocrítica decía: “Los viejos tupamaros no somos los mismos que hace 50 años. La historia pasa para todos y la vida nos enseña a todos. No hay nada como la democracia. Yo de joven no pensaba así, es cierto, me equivoqué. No es la sociedad perfecta, es la mejor posible”.

En el discurso de asunción de su presidencia dijo: “Descubrimos en el Frente Amplio que gobernar era bastante más difícil de lo que pensábamos. Que los recursos fiscales son finitos y las demandas sociales son infinitas. Que la burocracia tiene vida propia y la macroeconomía capitalista tiene reglas ingratas pero obligatorias. Hasta tuvimos que aprender con mucho dolor y vergüenza que no toda nuestra gente era inmune a la corrupción”.

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