Los resultados finales del ciclo electoral dejaron planteada una interrogante política y electoral de primer orden: ¿acaso no hubiera sido mucho más inteligente para los partidos que conforman la Coalición Republicana (CR) que gobernó el país entre 2020 y 2025, comparecer en un lema común de manera de tener mejores resultados en las urnas?
Hay potentes argumentos que van en el sentido de dar una respuesta positiva. En primer lugar, está el resultado parlamentario: si se toman las votaciones de octubre de 2024 de los partidos que forman la CR en conjunto, y no se adjudican las bancas por lemas separados, el Frente Amplio no hubiera tenido 16 senadores ni tampoco hubiera alcanzado la mayoría relativa en Diputados. ¿Acaso esa mayoría relativa en la cámara baja y su mayoría absoluta en Senadores, no fue un argumento de peso para volcar decididamente en favor de Orsi el triunfo en el balotaje de noviembre? Un voto común en lema CR hubiera generado, seguramente, una lógica proselitista completamente distinta.
En segundo lugar, están los resultados departamentales. Es evidente que el aprendizaje de Salto se hizo lento, pero también lo es que terminó siendo exitoso. Hizo ganar en 2020 al Frente Amplio (FA), cuando con sus 37.000 votos había recibido menos apoyo que el de blancos (32.000) y colorados (18.000) aritméticamente sumados. Pero el 11 de mayo pasado, la CR operó de manera inteligente: el FA recibió de nuevo unos 37.000 votos, y la CR sumó de nuevo 50.000, pero esta vez blancos y colorados votaron juntos, y así se alzaron con el triunfo en la cuarta circunscripción del país.
En tercer lugar y como ejemplo contrario, está el caso de Río Negro. Si bien el FA pasó de 16.000 a 17.500 votos entre 2020 y 2025, lo cierto es que si blancos y colorados allí hubieran votado bajo un mismo lema el 11 de mayo, el intendente hubiera sido probablemente el colorado Carminatti y no el frenteamplista que terminó ganando. Para el caso de Lavalleja, el escenario fue similar que el de Río Negro: el aumento de votos en favor del FA con relación a 2020 no le hubiera alcanzado a la izquierda ni siquiera para pelear un triunfo eventual, si blancos y colorados hubieran votado bajo el mismo lema.
Sin embargo, hay argumentos en el sentido de dejar las cosas como están y no ir hacia una CR en todo el país. En primer lugar, hay un razonamiento que señala que en realidad en octubre de 2024 los partidos de la CR tuvieron tanto mayor apoyo que el FA justamente porque iban, cada uno de ellos, con candidatos a presidente distintos y en competencia. Lo que hay que mirar, dicen quienes sostienen esta tesis, no es octubre, sino noviembre: enfrentados, mano a mano, un candidato de la CR y uno del FA, gana el de la izquierda con mucha luz.
En segundo lugar, quienes sostienen que no hay que obligar a una CR en todo el país señalan que cada dirigencia sabe cómo actuar en su propia circunscripción. Para el caso de Salto, se dice, aprendieron por escarmiento en 2020 y encaminaron la solución en 2025. Para Río Negro, el mal relacionamiento de blancos y colorados hubiera hecho imposible llevar a buen puerto una alianza, y por tanto aprenderán de su derrota conjunta para 2025, o seguirán siendo furgón de cola de la izquierda. En definitiva, no hay que meterse en decisiones locales.
En tercer lugar, soluciones sui generis, como las arquitecturas de colorados votando dentro del Partido Nacional el 11 de mayo pasado tanto en Paysandú como en Rocha, por ejemplo, dejan en claro que los dirigentes son todos mayores de edad y vacunados, y que toman sus caminos en función de sus intereses. Y, sobre todo, que la gente elige libremente lo que le da en gana en función de las ofertas que se le presentan.
Existe una solución intermedia: que la CR se presente en lo departamental por doquier, como un acuerdo nacional, de partido a partido, blanco y colorado, traducido en los 19 departamentos; y que en paralelo compitan en lemas diferentes blancos y colorados para las nacionales de octubre. Si bien genera algunas precauciones en cuanto a reserva de nombres y prevención de votaciones mínimas para el lema CR en todas partes, es algo posible de ser llevado a cabo: de hecho, ya ocurrió en tres casos en este 2025.
No hay margen para un cambio electoral que implique una reforma de la Constitución en un sentido que favorezca los intereses de los partidos de la CR. Es con estas reglas de juego que hay que generar las soluciones. Salto mostró el camino. Blancos y colorados deben asumir sus responsabilidades.