Álvaro Ponce, DT campeón con Nacional: “Ser un equipo sin estrellas nos volvió duros de vencer”

El entrenador tricolor analizó su proceso en el club, la carpeta de Ernesto Oglivie, la jerarquía de Michael Smith, el talento de Maozinha y la personalidad de su capitán Patricio Prieto.

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Álvaro Ponce, DT campeón con Nacional
Álvaro Ponce, DT campeón con Nacional.
Foto: Estefanía Leal

Seis segundos para el final, Nacional tres arriba en el tanteador, libres para Bernardo Barrera y la gente del tricolor empezaba a festejar el título.

Falla el primero, emboca el segundo, transición fugaz de Aguada y Jamil Wilson mete un triple con tabla que paralizó al Antel Arena, porque además recibió la falta de Gianfranco Espíndola y supuso un libre en las manos del mejor jugador rojiverde para empatarlo en la hora.

—¿Qué se te pasó por la cabeza en ese momento que se les podía escapar la Liga?

—Son cosas que escapan al control de uno, enojarme (por la sanción) no tenía sentido, atiné a lo que sí yo tenía control: juntar a los jugadores y, asumiendo que emboque, decirles qué hacemos en los 2” que faltaban.

Por suerte erró, pero tal como se dieron las cosas, si hubiese embocado teníamos el libre técnico (por los seis jugadores de Aguada en cancha) y sacábamos nosotros. En partidos tan parejos hay que estar muy finos en cada decisión, cada detalle.

Pero sí, fue un tablazo con marca encima y cuando vi que iban a revisar la falta fue una sensación espantosa, era todo lo que no tenía que pasar.

—¿La primera persona que pensaste cuando sonó la chicharra?

—Pensé en mi hija porque hace dos años lloró desconsolada en el banco cuando perdimos las finales con Macabi, y esta vez lloró de emoción. Ella tenía seis años, ahora tiene ocho, y me quedó marcada aquella imagen porque en el deporte se gana y se pierde, pero un niño a veces no lo entiende y esperaba esta revancha para disfrutarlo con ella.

Álvaro Ponce, técnico de Nacional, y el festejo con el trofeo de la Liga Uruguaya de Básquetbol.
Álvaro Ponce, técnico de Nacional, y el festejo con el trofeo de la Liga Uruguaya de Básquetbol.
Foto: Ignacio Sánchez.

Ponce se formó en Cordón, donde jugó y como DT fue campeón universitario 2008 y del Metro 2022. Llegó a Nacional y en su primera temporada perdió las finales ante Hebraica Macabi, en la campaña siguiente cayó en semifinales ante Aguada, y un año más tarde salió campeón de todo. Artífice el estilo de juego intenso que convirtió al tricolor en el equipo más difícil de enfrentar. En diálogo con Ovación habló de su proceso en el club, la carpeta de Ernesto Oglivie, la jerarquía de Michael Smith, el talento de Maozinha y la personalidad de su capitán Patricio Prieto.

—Finalista, semifinalista y campeón en tres temporadas: ¿Quién te abrió las puertas del club y cómo evaluás tu camino?

—Fue (Alejandro) ‘Yayo’ González, director deportivo del club, quien propone mi nombre hace tres temporadas en 2022, después de la salida de Gonzalo Fernández.

Perdimos las finales, me renuevan, el año pasado estuvimos a una pelota de entrar al final four de la Champions (BCLA) y se nos lesionó Eric Anderson antes de los Playoffs, fuimos semifinalistas. Y este año por suerte se dio redondo con la Sudamericana, los tres clásicos, la Liga. No puedo pedir más después del sufrimiento de los años anteriores.

—¿Por qué, a tu criterio, Nacional comenzó la temporada un escalón por debajo de los favoritos al título, Aguada y Peñarol?

—Principalmente por los nombres que se manejaban en esos dos equipos: Aguada mantenía a Sims y a Vidal, además de la base del equipo campeón. Peñarol tenía todos jugadores de selección: Parodi, Serres, Rojas, Xavier... Luis Santos, campeón. También Brandon Robinson, MVP campeón de la BCLA.

Mientras que nosotros incluso recibimos algunas críticas porque las fichas nacionales que trajimos habían peleado el descenso de la campaña anterior, como los casos de Barrera, Sarni y Espíndola. En ese sentido quizás estábamos en un segundo escalón.

—También dijiste que no tienen “figuras rutilantes”. ¿Es positivo porque cada jugador tiene un rol específico ensamblado al equipo?

—Tal cual, en un deporte de equipo no todos pueden ser estrellas. Feldeine lo era, sin duda, y Mike Smith también. El resto tuvo muy claro su rol y entendió que no pasaba por cuántos puntos meter, sino por cuál era su aporte al equipo. Entender eso es fundamental y nos volvió un equipo duro de vencer, porque todos tenían claro que había que defender y en ofensiva jugamos con un sistema conceptual, que hace que todos puedan sentirse importantes y aportar. Esa combinación más la personalidad de los jugadores para captar y aceptar esa propuesta fue la clave.

Patricio Prieto con el trofeo de Nacional campeón del básquetbol 2025
Patricio Prieto con el trofeo de Nacional campeón del básquetbol 2025.
Foto: Ignacio Sánchez

—Uno de esos jugadores de rol, pero de mucha calidad y experiencia es Oglivie (35 años): ¿Lo pediste vos?

—El grueso de nuestro plantel es muy joven, sin experiencia en finales, y a Oglivie ya lo teníamos muy escauteado. Es un jugador con una personalidad bárbara, que en las difíciles se agranda, un guerrero en la tabla, que también siempre aparece en el goleo. Es el tipo que necesitás para ganar campeonatos.

—Y un líder en la cancha en momentos de tensión...

—Totalmente, y en el vestuario también. Cuando están todos nerviosos y hay que mantener la tranquilidad, fue el jugador que dijo las palabras justas en momentos complicados, lo que fuimos a buscar.

—Perdiste a Manny Suárez (MVP del título sudamericano) previo a Playoffs y lo remplazó Maozinha, un jugador con un poderío físico brutal, pero irregular, que miraba mucho el banco buscando respuestas cuando no le salían las cosas.

—Esos vaivenes son propios de su juventud. Tuvo partidos que mostró ese talento físico y deportivo que lo llevó a la NBA (Memphis Grizzlies) y a jugar los Juegos Olímpicos con la selección de Brasil, como el cuarto contra Defensor Sporting y estas últimas dos finales. Lo que fuimos a buscar en él fue justamente esa diferencia física, jugar por encima del aro, intensidad por su juventud.

Por otro lado tuvo partidos malos, se llenaba de faltas, él mismo se sentía frustrado porque no le salían las cosas. Pero tuvo la entereza para ser una figura fundamental en los partidos decisivos.

—Hicieron un punto de escritorios en el remplazo rápido de Smith por Feldeine: ¿Cómo se dio su llegada y qué podés decir de él?

—A Mike Smith lo conocí el año pasado y el tipo es un ganador nato: ha jugado ocho finales en su carrera con estas y las ganó todas, en México, Brasil y ahora en Uruguay. Como Oglivie, está hecho para este tipo de situaciones.

El Gallo López siempre mantuvo el o con él y cuando se da la fatalidad de la lesión de Feldeine, habló con él y le dije que era el sustituto ideal: conocía al grupo, el medio, al rival. Dentro de lo malo, que era perder al mejor jugador nuestro, era la mejor solución y lo terminó demostrando.

Álvaro Ponce y Patricio Prieto, campeones con Nacional
Álvaro Ponce y Patricio Prieto, campeones con Nacional.
Foto: Estefanía Leal

—Patricio Prieto fue el MVP: capitán de 22 años, apareció en los momentos críticos con puntos, rebotes agónicos. ¿Cómo lo definís?

—El Pato es el corazón de este equipo, te lo digo así nomás. Es el que representa todo lo que profesamos como equipo. Sacrificado, buen compañero, sin ego tonto, siempre está mirando por el bienestar del equipo y no por el suyo propio, hace lo que se le pide y lo que el equipo necesita. Ahora está asumiendo mucho más en ataque, que es lógico que vaya progresando porque trabaja mucho.

Es mi cuarta temporada con él porque me lo llevé a Cordón para el Metro 2022 y ascendimos como campeones, y él ya mostraba un potencial bárbaro. Pero creo que todavía está lejos de su techo. A partir de este año pasó a ser el capitán porque tiene la madurez necesaria, que no va por la edad, sino por su personalidad.

—Dijiste que innovaron con un estilo de juego dinámico, defensa intensa en toda la cancha. ¿Fue la clave?

—Creo que sí. Incluso los rivales, los medios y ante los jueces generalmente destacaron que jugamos al límite, que no es al límite del foul. Es marcar con intensidad, presionar la pelota, trabajar con las piernas más que con las manos, negación de la línea de pase... Cosas que no inventamos nosotros, simplemente las adoptamos porque es como se juega a nivel internacional, hacia donde está mutando el juego.

Creo que el básquet uruguayo necesita reinventarse porque por algo se ganaron solamente dos trofeos internacionales en 30 años.

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