Redacción El País
Aunque lo suyo sabía ser de una belleza para algunos sobrecogedora, Brian Wilson, el genial creador detrás de los Beach Boys, que falleció hoy a los 82 años, tuvo una vida atormentada. Eso, junto con un talento que canónicamente se considera excepcional en la música moderna, lo convirtieron en una de las grandes leyendas de la historia del rock. Así lo recordaron todos los obituarios cuando se conoció la noticia de su fallecimiento.
"Tenemos el corazón roto al anunciar que nuestro querido padre Brian Wilson ha fallecido. No tenemos palabras en este momento", expresaron sus familiares a través de un comunicado publicado este miércoles en su cuenta de Instagram.
“Elevado y agobiado por la etiqueta de genio, trascendió el liviano género del surf para crear armonías complejas y paisajes sonoros intrincados en el estudio”, escribió The New York Times. The Guardian lo definió como un “espíritu creativo y visionario”.
Con los Beach Boys, la banda de música rock and roll surfista y coral que fundó en 1961 con hermanos y primos, y que fuera una de las más exitosas de su tiempo (destronando, se suele decir, a los Beatles), Wilson es el principal responsable de Pet Sounds, el disco de 1966 que es considerado una de las obras maestras en la historia del rock. Su relevancia es comparable a la del Sgt. Peppers en su creatividad y sofisticación.
Por todo su talento, Wilson pagó un precio muy alto: sus problemas mentales le permitieron apenas una carrera esporádica o de proyectos frustrados. Cuando aparecía en público era saludado con la reverencia que se le dedica a los grandes autores de la música popular. Hay quienes creen que es el mejor de la era del rock.
“¡Dios mío, ese oído! Debería donarlo al Smithsonian”, escribió hace unos años Bob Dylan, quien no es de andar regalando elogios, en un comentario en la página web oficial de Wilson. “Los discos que solía escuchar y que todavía me encantan, ya no se puede hacer un disco que suene así. Brian Wilson hizo todos sus discos con cuatro pistas, pero hoy en día no se podrían hacer sus discos ni con cien pistas”.
Nacido en 1942, se crió, como su música lo decía por todos lados, en California, y fue considerado un niño prodigio al nivel de Mozart. Formó los Beach Boys con sus dos hermanos menores (Dennis y Carl), su primo Mike Love y su amigo del colegio Alan Jardine. Wilson era el principal compositor.
Su música, como atestiguan algunos de sus mayores éxitos (“Good Vibrations” o “Surfin’ U.S.A.”, “I Get Around’”, “Fun Fun Fun”, “California Girls”), es un rock and roll clásico de armonías vocales interesantes y melodías pegadizas. Celebraban un estilo de vida soleado, playero y distendido, que los convirtió en uno de los grupos más populares en el Estados Unidos de su tiempo, con su aire de chicos sanos y puritanamente hedonistas.
Pero Pet Sounds es una sinfonía pop que hizo pensar a Wilson como, justamente, un Mozart pop. Un prodigio de la composición y de la grabación, Wilson llenó las canciones del disco con capas y arreglos que parecen cercanas al “muro de sonido” de Phil Spector (otro genio atribulado), pero que construyen su propio mundo sonoro. Arreglos vocales y de cuerdas se suman a sonidos (cencerros, latas de refrescos) e instrumentos no siempre vinculados al rock, como la flauta o un clave.
El resultado, conseguido en incontables e infatigables jornadas de Wilson en el estudio ante la incredulidad del resto del grupo, vendió mucho menos que las livianas maravillas anteriores de la banda, pero fue rápidamente fue saludado como influyente. A los ingleses, por ejemplo, les encantó.
El disco incluye canciones como “Wouldn’t It Be Nice”, “God Only Knows”, “I Know There’s an Answer”, “Don’t Talk Put Your Head On My Shoulder”, en una increíble sucesión de joyas pop.
Fue demasiado para Wilson, a quien la sobrecarga laboral y el LSD le cobraron un precio; en 1967 le cedió el control de la banda a su hermano Carl. Solo volvería a los Beach Boys a mediados de los 70 y en la década pasada con la excusa de celebrar los 50 años de la banda. Cuando el grupo actuó en el hoy Enjoy, en Punta del Este, no estuvo con ellos.

Wilson sacaría su primer disco solista recién en 1988, tras lidiar con sus problemas mentales y sus adicciones. El trabajo, llamado simplemente Brian Wilson mostró su estilo, aunque más allá del simple Love & Mercy (que sería también el nombre de una película sobre Wilson, al que interpretó Paul Dano), estaba bastante lejos de la estimación a su talento. En los créditos figura como productor ejecutivo Eugene Landy, quien había sido su psicoanalista y que a esa altura tenía un control total sobre su vida. Costó sacarlo.
En 2004 regrabó Smile, un proyecto que él mismo había truncado en mayo de 1967 después de 85 sesiones de grabación y se suponía que era su obra maestra perdida. Es un buen disco, pero quedó claro que más que nada parece una derivación del Pet Sounds del que se queda lejos y funcionó más como un alivio de saber a Wilson así de bien.
Generaciones más recientes de entendidos de la música lo han mantenido en el canon y su influencia dos por tres se deja sentir en algunos músicos tirando a independientes, pero reconocidos.
Más allá del triste derrotero de su carrera, Wilson, parece haber coincidencia, deja una obra magnífica, un repertorio incombustible que lo hace ocupar un lugar primordial (a la altura de Dylan o Stevie Wonder) en la música popular estadounidense.
Los problemas de salud de Brian Wilson y por qué estaba bajo tutela
En febrero del año pasado se supo que Wilson, que recién acababa de perder a su esposa Melinda, sufría de "desórdenes neurocognitivos graves" que le obligan a ser puesto bajo tutela de dos médicos entonces designados por sus familiares.
La familia reconoció entonces que Wilson era incapaz de valerse por sí mismo "para su salud física, sus alimentos, su ropa y su alojamiento", según comunicaron entonces sus abogados.
De todas formas, los problemas neurocognitivos de Wilson databan ya de los años noventa, producidos por largas épocas de abusos de drogas cuando estaba en la cresta de la fama, agravados por su relación con el polémico psicólogo Eugene Landy, que trataba de controlar cada aspecto de su vida hasta que la familia le prohibió todo o con él, pero eso no sucedió hasta 2006.
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