En el primer episodio de Sirenas, la miniserie que Netflix estrenó el jueves, el personaje de Meghann Fahy recibe un arreglo frutal que pesa tanto como un niño pequeño. “Estuve arrastrando eso durante semanas”, dice. Ahora fue a hacer uno propio, en un gesto que era un poco homenaje y un poco venganza.
Con ayuda del dueño del local, una sucursal de Edible Arrangements en el Upper East Side de Manhattan, se puso a armar una versión más modesta. Combinó ananá en rodajas con bolitas de melón para formar margaritas, y luego ensartó trozos de melón verde y cantalupo en palitos de plástico, sobre una base de col.
“Las personas subestiman el melón. Yo no creo que le den una chance”, dice.
Fahy sabe lo que es ser subestimada. Actuó en Broadway siendo adolescente, en 2009, y luego casi no trabajó hasta 2016, cuando consiguió un papel en The Bold Type, la serie que hace que una carrera en el periodismo parezca divertida (está en Prime Video). No fue hasta 2022 que logró su gran despegue, en la temporada 2 de The White Lotus, de HBO, con una interpretación que dio una nominación a los Emmy.
Este año, por primera vez, tiene papeles protagónicos: como una madre soltera en peligro en el thriller romántico Drop, y como una agente del caos en clave de lucha de clases en Sirenas, creada por Molly Smith Metzler.
En escena, Fahy suele desplegar colores emocionales brillantes en la superficie y tonos más oscuros por debajo. Su belleza serena se ve matizada por ciertos bordes filosos, y tiende a equilibrar la dulzura de sus personajes con una veta salvaje, casi anárquica.
“Es encantadora, luminosa, muy simpática, pero también tiene algo travieso”, dijo Mike White, creador de The White Lotus. “Tiene un costado pícaro en un paquete encantador.”
Christopher Landon, director de Drop, dijo algo similar: “Es empática, intuitiva… pero también tiene filo. Es un poco tramposa, un poco divertida.” Eso quedó claro al preparar el ramo de frutas: digamos que no todas las frutillas con chocolate terminaron en el arreglo.
Incluso ahora, con dos papeles protagónicos en el bolsillo y más en camino -la serie The Good Daughter, el thriller de alto perfil Banquet-, Fahy no siente que haya llegado. Pasó demasiado tiempo, como ese melón que comía a escondidas, siendo ignorada. Dice que no le molesta: “Me gusta el rol de la desestimada”.
La niña tímida que alcanzó la fama
De niña, Fahy cantaba. Era dolorosamente tímida, y las horas previas a una presentación le resultaban insoportables. Pero sobre el escenario, podía entregarse por completo a la canción, una sensación que describe como adictiva.
En la secundaria le dijo a su madre que quería ser actriz, pero que tal vez necesitaría ayuda para animarse. Cuando estaba en su último año, su madre se enteró de un casting abierto en Broadway y la llevó a Nueva York. Aunque tuvo una crisis la noche anterior, Fahy se presentó. Cantó una canción de Evanescence que impresionó al célebre director de casting Bernard Telsey, quien la eligió como suplente en el musical Next to Normal.
Eventualmente reemplazó a la actriz, Jennifer Damiano. Cuando el musical bajó, empezó a rebuscársela: fue anfitriona en restaurantes, niñera, hizo audiciones sin suerte. “Pasé por momentos muy, muy bajos. Pero incluso cuando estaba deprimida y sin un peso, sabía que quería estar acá.”
En esos años desarrolló una actitud de “ir con la corriente”, que fue elección y necesidad, para estar en paz cuando no trabajaba. La sostuvo “una certeza profunda, muy profunda”, de que su carrera eventualmente se encaminaría. Y así fue. En 2016, la eligieron para el piloto de The Bold Type, una comedia dramática coral sobre tres amigas que ascienden en una revista tipo Cosmopolitan.
Si bien The Bold Type tenía una base de fans apasionada, también era pequeña, y Fahy pudo llevar una vida más o menos anónima. Eso cambió con The White Lotus.
Había audicionado para la primera temporada, para un papel que finalmente fue para Alexandra Daddario. White la llamó para la segunda. Interpretó a Daphne, la esposa de aire ingenuo (solo de aire) del personaje de Theo James. De algún modo, logró dotar de humanidad y astucia a esa ama de casa aparentemente despistada que no recuerda si votó. Su Daphne era realista, hedonista y, como Fahy, alguien con quien da gusto pasar el rato.

Fahy describió la experiencia como “nada menos que espectacular”. Le encantaron el hotel, los pueblos, y muy pronto, también su coprotagonista, el actor británico Leo Woodall, que interpreta a un estafador cada vez más sudoroso. Ahora viven juntos en Brooklyn.
The White Lotus también le trajo otro buen resultado: Drop. Landon la vio y iró la empatía que transmitía, incluso sentada en una cafetería. Violet, su personaje, también pasa la mayor parte del film atrapada en una mesa: está en su primera cita desde la muerte de su marido, cuando empieza a recibir mensajes de un número desconocido que le dice que, si quiere que su hijo viva, debe matar a su cita.
Devon, su personaje en Sirenas, es pura vulnerabilidad. Cuando su padre recibe un diagnóstico de demencia temprana y su hermana (Milly Alcock) le envía un arreglo de frutas como gesto de consuelo, Devon arrastra ese obsequio hasta una isla estilo Nantucket, donde su hermana trabaja como asistente de una filántropa implacable (Julianne Moore), para confrontarla.
Devon es un pez fuera del agua, y Fahy se identificó con eso: rara vez se sintió encajar del todo en un papel, ni la bomba sexy, ni la tonta, ni la chica de al lado. iró la valentía de Devon, su tenacidad, su decisión de dejar en pausa ciertos impulsos autodestructivos para poder defender mejor a su hermana.
“Cuesta imaginar que alguna vez no fuera la estrella que es”, dijo Nicole Kassell, directora de los dos primeros episodios de Sirenas. Todo indica que pronto nadie volverá a subestimarla.
A. Soloski/The New York Times