Casi siempre somos los primeros en tratarnos de ignorantes, tontos o incompetentes. A menudo, nos criticamos con dureza y sentimos vergüenza de nosotros mismos; mientras tanto, estamos tan enfocados en nuestra individualidad que perdemos la capacidad de conectar con el sufrimiento ajeno y tratar de aliviarlo. Como resultado, vivimos ansiosos o estresados y nos cuesta mantener relaciones sanas. Pero aún hay esperanza: podemos cultivar la compasión. Dos expertos nos enseñan cómo.
“La compasión es la sensibilidad al sufrimiento propio y de los demás unido a la motivación de aliviarlo y prevenirlo”, expresó el psicólogo chileno Gonzalo Brito, instructor certificado del Programa de Formación en el Cultivo de la Compasión© (CCT™) y entrenador de profesionales de la salud mental en el modelo de Terapia Centrada en la Compasión. El desafío es doble: por un lado, implica darnos cuenta del sufrimiento cuando está presente; por el otro, debe haber un interés por contribuir a aplacarlo.
Para el especialista —que también es instructor de meditación y coautor de los libros Mindfulness y equilibrio emocional y Corazón cálido, mente serena—, en general “vivimos distraídos de lo que pasa a nuestro alrededor y en nuestro interior”. Hoy esto se da más que nunca: “Tenemos mil maneras de distraernos: trabajo, consumo, comida, redes sociales. No es raro que alguien esté sufriendo cerca nuestro y no lo sepamos, o que uno mismo esté sufriendo y no se dé cuenta”.
Pero no solo es darse cuenta, sino también estar dispuestos a “entrar en o” con el sufrimiento: “Eso requiere coraje porque a nadie le gusta acercarse a lo que no es agradable”.

Tratar(nos) con más amor
Compasión no es lo mismo que empatía. Según la psicóloga uruguaya Fátima Pérez, especializada en trauma, psicogerontología y psicología médica, el primer término da “un pasito más”: no solo es una apertura al sufrimiento propio o ajeno, sino que, además, está la motivación de aliviarlo y prevenirlo. Una forma de cultivar esta capacidad es mediante la terapia basada en la compasión (CFT™).
La compasión hacia uno mismo se conoce como autocompasión e implica tratarse a uno mismo con amorosidad, cuidado y amabilidad, explicó la psicóloga. En el ámbito clínico se trabaja “con los distintos aspectos del ‘yo’”: “Decimos que tenemos un yo ansioso, un yo autocrítico, un yo temeroso, etcétera, y buscamos que un yo compasivo abrace a todos estos yoes”.
Cultivar la compasión —hacia uno mismo y los demás— calma la mente y reduce la ansiedad. “Cuando nos criticamos mucho, estamos siempre en un estado de alerta. Se activa la amígdala y segregamos cortisol y adrenalina”, resaltó Pérez, que también es instructora de mindfulness para niños y adolescentes, y para embarazo, parto y crianza.
Por su parte, Brito señaló que es importante cultivar la compasión porque el sufrimiento es inherente a la vida humana; lo que cambia es cómo lo afrontamos. Además, nuestro cerebro tiene un “sesgo negativo”, es decir, “está más atento a lo que anda mal que a lo que anda bien” y por eso “es fácil sentirse ansioso, triste o enojado”. En este sentido, “cultivar una mirada y una voz interior que puede acompañarnos con empatía, calidez y motivación es fundamental”.
A su vez, el psicólogo resaltó que la terapia centrada en la compasión es efectiva para personas con depresión, ansiedad, estrés postraumático o trastornos de personalidad o alimentarios, e incluso hay evidencia de los beneficios de su aplicación en pacientes psicóticos.

Mindfulness: clave en la compasión
El primer paso para ser más compasivo es ser consciente de lo que uno y el resto está sintiendo. Para eso, es clave estar presente; algo cada vez más complejo. “Siempre estamos corriendo para cumplir con una cosa y la otra, para colmar las expectativas propias y de los demás… Y se nos dificulta conectar con las emociones”, expresó Pérez y mencionó una herramienta que puede ser de mucha ayuda: el mindfulness (atención plena).
Esta práctica implica la observación consciente y sin juicio de la realidad en el momento presente. Se trata de estar aquí y ahora, y dejar el piloto automático. A partir de un estado de atención plena es que uno puede, por ejemplo, desarrollar la escucha atenta. Brito subrayó: “Aunque no lo parezca, la escucha cuidadosa y sin juicios alivia gran parte del sufrimiento de los seres humanos”.
Con uno mismo, es igual. “Darnos un espacio para escucharnos es un gesto tremendamente compasivo. Escribir o sentarnos a meditar un ratito al día nos permite tomar conciencia de qué está pasando con nuestro cuerpo, nuestras emociones y nuestra mente”, dijo el psicólogo. Y agregó: “No es raro que la gente no escuche su cuerpo hasta que los síntomas sean muy graves. Podemos andar con el estómago apretado, contracturas, insomnio, cefalea y nada… Tiramos para delante en la presión de la vida y recién prestamos atención cuando el cuerpo entra en crisis”.
Lo mismo pasa con nuestro mundo emocional: “Si nos detuvieramos, quizás nos daríamos cuenta de que sentimos rabia o estamos irritados. Y un enojo no visto, por ejemplo, puede estar diciéndonos que necesitamos poner límites en una relación”.
Al fin y al cabo, concluyó Pérez, se trata de “elevar la voz del yo compasivo y no la del yo autocrítico, que tanto nos exige, que tan cruel es. Y con los demás de la misma manera… Aunque con los otros nos cuesta bastante menos que con nosotros mismos”.
La compasión se entrena
Gonzalo Brito se ha centrado en entrenar en compasión a gente en España y Sudamérica. Contó que ha visto cómo más de 10.000 personas mejoraron su calidad de vida; algunas, incluso, sin hacer un curso, sino usando el material abierto y gratuito que hay en línea. Tiene una página web donde comparte meditaciones guiadas y material de lectura. “Hay audios muy simples de cinco o diez minutos con prácticas de respiración o visualización que todos pueden explorar como una puerta de entrada”, dijo.
Por su parte, Fátima Pérez es directora de Vivir en Mindfulness, donde trabaja la compasión de manera formativa, y responsable técnica del área de educación y familia del Proyecto Mindfulness, un conjunto de talleres y programas basados en mindfulness y compasión. Además, organiza dos encuentros con Brito en Uruguay: un retiro de fin de semana el 27, 28 y 29 de junio en Florida, y un workshop llamado ‘Defender la alegría’ el 26 de junio en Ibis Hotel Montevideo.