Cada vez más estudios vinculan ciertos hábitos dietarios con el desarrollo de enfermedades crónicas. Frank Hu, epidemiólogo y profesor de Medicina en el departamento de Nutrición de la Universidad de Harvard, compartió su perspectiva sobre un alimento que, a su juicio, es preferible evitar debido a sus efectos inflamatorios: el pan blanco.
La inflamación es un proceso natural del cuerpo que se activa como defensa ante infecciones, lesiones o agresiones externas. Sin embargo, cuando se mantiene en el tiempo puede transformarse en un factor de riesgo para la salud. La denominada inflamación crónica de bajo grado está asociada a múltiples enfermedades no transmisibles como diabetes tipo 2, cáncer, enfermedades cardiovasculares, trastornos neurodegenerativos y condiciones autoinmunes.
Frank Hu destaca que la dieta juega un rol central en la modulación de este tipo de inflamación. Algunos alimentos pueden favorecer este estado inflamatorio, mientras que otros ayudan a mitigarlo.

El pan blanco, ampliamente consumido en desayunos y comidas diarias, es elaborado con harinas refinadas, lo que significa que durante su procesamiento se eliminan el salvado y el germen del grano, dejando principalmente almidón. Este alto contenido de carbohidratos simples provoca un rápido incremento en los niveles de glucosa en sangre tras su consumo.
Según Hu, estos picos glucémicos generan una respuesta inflamatoria en el organismo al activar vías metabólicas que favorecen el estrés oxidativo y la producción de citoquinas proinflamatorias. Además, el bajo contenido de fibra del pan blanco contribuye a una menor saciedad y puede alterar negativamente la microbiota intestinal, otro factor vinculado al control de la inflamación.
Más allá de evitar ciertos productos, Hu enfatiza la importancia de adoptar un patrón dietario saludable y equilibrado. Otros factores a tener en cuenta son:
- Actividad física regular: el ejercicio ayuda a regular el metabolismo y disminuir los niveles de inflamación.
- Sueño reparador: descansar adecuadamente es esencial para mantener el equilibrio hormonal e inmunológico.
- Manejo del estrés: el estrés crónico favorece la liberación de cortisol, una hormona que puede potenciar la inflamación.
- Peso corporal saludable: el exceso de tejido adiposo, especialmente visceral, está estrechamente vinculado con la producción de sustancias inflamatorias.
Adoptar hábitos saludables desde edades tempranas puede reducir significativamente el riesgo de desarrollar enfermedades graves en la adultez y mejorar la calidad de vida a largo plazo. Los expertos coinciden en que no se trata de prohibir ciertos alimentos, sino de mantener un equilibrio nutricional inteligente basado en la evidencia científica actual.
Elim Johanna Alonso Dorado, El Tiempo/GDA
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