Aguantar las ganas de ir al baño puede tener efectos negativos en la salud de las personas debido a que retener la materia fecal dentro del organismo hace que se vuelva más dura y ocasione problemas al salir. Además, la falta de deposiciones aumenta los riesgos de padecer estreñimiento, distensión abdominal, hemorroides, fisuras anales e incluso pérdida de sensibilidad en el recto.
La gastroenteróloga Juliana Suárez Correa considera que “hacer popó debe dar placer” principalmente porque ayuda a eliminar los desechos no digeridos del cuerpo para mantener un sistema digestivo saludable. La profesional explicó que sentir la necesidad de entrar al baño en algún lugar público o en la casa de un conocido es una situación que debe ser más normalizada para evitar problemas futuros.
“Cuando aguantan las ganas de hacer popó, el recto es muy inteligente y lo guarda”, señaló la experta. Conforme a ello, comentó que una vez que las personas intentan defecar, el colón ya le ha sacado agua a las heces, por lo que estarán secas y producirán dolor al salir.

Sumado a esto, destacó que: “Hacer menos de tres veces por semana es un signo de estreñimiento y hacer tres o más veces al día, líquido o suelto, es el extremo de diarrea”. También dijo que defecar todos los días no implica que las personas no se encuentren estreñidas ya que si las deposiciones tienen tamaños reducidos, significa que hay problemas digestivos.
La experta sostuvo que es indispensable levantarse cada mañana y pensar en hacer popó para que surja una conexión entre cerebro e intestino, complementando con una buena hidratación. También es importante aumentar la ingesta de fibra (frutas, verduras, cereales integrales y legumbres) ya que contribuye con el volumen de la materia fecal y facilita la evacuación.
Por último, subrayó que la actividad física es uno de los factores más importante para tener una buena digestión debido a que el movimiento estimula el funcionamiento intestinal y ayuda a prevenir afecciones.
Stephany Guzmán Ayala, El Tiempo/GDA