La Clave
La noticia de que la exvicecanciller Carolina Ache ha sido propuesta por el Frente Amplio para la embajada en Portugal es la confirmación de muchas sospechas. En particular, es recordado un editorial publicado por este diario en tiempos que la dirigente colorada presentó grabaciones clandestinas que desataron una crisis política. En aquel entonces Ache atacó duramente a El País, y dijo que solo había defendido su honor. El tiempo ha puesto las cosas en su lugar.
Cada noticia que aparece sobre el tema del cierre de la Biblioteca Nacional, es peor que la anterior. Ayer, la decana de bibliotecología (que no había sido consultada por el tema), se reunió con la directora. La académica dijo que “hasta ahora no está pronto un proyecto de lo que se busca hacer, sino que están trabajando en uno”. Y afirmó que la biblioteca vivía una “debacle”. O sea, cierran una institución pública, sin un proyecto claro, y en base a una “debacle”, que nadie vio. Lamentable.
La decisión de anunciar el cierre indefinido de la Biblioteca Nacional, justo el día que se festeja el Día del Libro, parece una tomadura de pelo. Solo un jerarca dominado por la petulancia es capaz de anunciar algo así, y con semejante desparpajo. La Biblioteca tiene problemas desde hace tiempo, pero la gestión anterior había cumplido en mejorar el edificio, y reinsertarla en la sociedad. Si esta decisión la hubiera tomado un gobierno no frentista, habría un escándalo nacional.
El diputado colorado Gabriel Gurméndez ha propuesto un proyecto de ley para regular la actividad sindical. Incluye una rendición de cuentas supervisada del uso de fondos (algo clave viendo cosas como las que pasan en el Sunca), y que anualmente los trabajadores puedan decidir sobre sus aportes a los gremios. A Marcelo Abdala la idea no le gustó, y dijo que es algo “antisindical”. Si hacía falta algún elemento para comprobar lo positivo de la idea, es esa reacción.
Cabildo Abierto se enfrenta a un momento decisivo de su joven historia. Un Congreso que puede definir su futura existencia. En ese dilema, no parece muy razonable la actitud de su excandidato, Guido Manini Ríos, de salir a acusar al resto de los partidos de la Coalición Republicana, de buscar su implosión. La realidad es que los problemas de Cabildo los generó ese partido con lo ocurrido en el Ministerio de Vivienda y otros episodios poco edificantes, que complicaron a todos.
El Partido Comunista de Uruguay, en general, tiene la tendencia a erigirse en juez moral del resto del sistema político. Dentro y fuera del Frente Amplio. Sin embargo, periódicamente aparecen allí episodios que hacen absurda esa postura. Como sino fuera suficiente con las experiencias de fracaso con esas ideas. El caso de la senadora “trans”, el plan de vivienda, su más aguerrido dirigente que se olvida de pagar impuestos... Y ahora este escándalo con el fondo del Sunca. Llamativo.
La polémica por la compra de una estancia de 4 mil hectáreas por parte del Instituto de Colonización crece como una bola de nieve. El presidente Orsi dejó mal parado al presidente del Instituto, que antes había calificado de “burros” a los más respetados constitucionalistas del país. ¡Y al propio Orsi! Ahora se sabe que buena parte de ese campo es inundable, y que la compra no incluiría los elementos de riego. Un ejemplo de derroche e improvisación como se ha visto poco.
Terminado el escrutinio definitivo de las municipales, Cerro Largo volvió a confirmar que es el departamento más blanco del país. Con una interna competitiva, pero entre dirigentes racionales, el partido de Oribe terminó con más del 80% de las preferencias, imponiéndose Christian Morel con el 42% contra un 37% de José Yurramendi. Esto se valoriza más, porque en el interior la gente ha demostrado que no tiene problema en cambiar de partido, cuando la gestión no es buena.
Uruguay vivió la mayoría de su historia en guerras civiles y conflictos políticos sangrientos. Pero siempre hubo un lugar de refugio contra esa pulsión fratricida, que tal vez heredamos de nuestros ancestros españoles: el fútbol. Allí convivían de manera armónica, incluso en los peores momentos, personas que tenían visiones radicalmente distintas de la sociedad. A impulso de gente que busca imponer una hegemonía política absoluta, eso parece estarse perdiendo. Una pena.
El nuevo gobierno se queja de que resolver algunos problemas relativos al proyecto del Ferrocarril Central implica un costo millonario, y un “clavo”, que le dejó la istración anterior. Lo que omite es que ese proyecto ya fue una herencia que recibió la gestión de Lacalle Pou, tras una negociación muy completa concretada en tiempos de Tabaré Vázquez, entre otros, por la actual vicepresidenta Carolina Cosse. Si hablamos de “clavo”, hay que contar la historia completa.
La decisión del Congreso de Intendentes habilitó un plan de pago para personas con autos viejos, atrasados en sus tributos. Más allá de esta política y sus bemoles, el tema es serio. En Uruguay circulan más de 300 mil autos viejos, que no cumplen con las mínimas reglas de seguridad actuales. El problema de fondo es que el sistema impositivo ve al auto como un lujo, y por eso pagan impuestos que los hacen inalcanzables para mucha gente. La contracara, los accidentes y las muertes.
La polémica en torno a la compra millonaria de un campo por parte del Instituto de Colonización crece cada día que pasa. Al parecer, no solo se invierte una cifra astronómica en un proyecto que no tiene evaluación ni medición de los beneficios que puede acarrear, sino que habría un notorio sobreprecio en la operación. En un país con las carencias y urgencias que tiene Uruguay, parece una frivolidad gastar todo ese dinero en algo que no tiene precisamente definida su utilidad.