Tiene 22 años, fue campeón del Metro con Cordón (2022) y Urunday Universitario (2023), y de la Liga Sudamericana (2024) y Liga Uruguaya de Básquetbol 2024/25 con Nacional, como MVP de las finales y capitán del equipo de Álvaro Ponce.
Patricio Prieto se formó en Nacional y fue testigo de la transformación del básquetbol en el club, desde cuando la cancha del Polideportivo era de "pedregullo" y las pelotas se perdían en el monte de al lado: "Ahora cuesta imaginárselo", reconoció.
Cree que "Nacional siempre estuvo ahí, pero le faltaba el título para decir: 'Estamos'", entonces se siente parte de la generación que lo logró. También habló sobre las finales contra Aguada, cómo marcar a Donald Sims y por qué es más importante "la cabeza que la técnica" para asumir tiros importantes. Sobre la ilusión por jugar en la selección de Uruguay cuando hay una AmeriCup en agosto, qué le depara el 2025 hasta la próxima Liga Uruguaya (octubre) y su pasión por la cocina.
"Los primeros dos días fue una locura" de mensajes que le dejaron rojo el celular. "Cuando vieron que demoraba en contestar empezaron a llamar", contó entre risas. Dio unas 10 entrevistas la semana posterior al título, entre esas a Ovación, y prometió otras más para la que viene. Así que no ha parado de hablar de básquetbol ni se va a salvar.

—¿La pregunta que más te han hecho en estos días?
—Fue qué sentí cuando estaba caminando hacia el libre de la falta técnica (sobre la hora de la séptima final), si sentía presión o cómo fue.
—¿Y qué sentiste?
—Sinceramente nada, quería terminara el partido. Si vos ves, cuando yo tiro el triple para sacar tres de diferencia, anterior a eso, ni festejo y bajo corriendo a defender a Sims porque quería que termine. Lo único que pensaba era en defender para que Sims que no me meta el punto y que defina otro.
—Jugaste al fútbol hasta los 11 años, empezaste básquet por hobby hasta que Sergio Mancebo te dijo que tenías condiciones: ¿tuviste oportunidad de hablar con él?
—Aún no, pero siempre estamos en o. Él es parte del proceso de mi carrera profesional, le debo bastante y yo no le he mandado mensaje, tendría que escribirle yo a él por impulsarme a dar aquel primer paso.
—¿Ibas a la cancha siendo juvenil de Nacional?
—No iba mucho a ver básquet. Me acuerdo que una vez fui al Palacio a ver una semifinal Nacional contra Aguada, pero se suspendió increíblemente por un problema con el reloj. Bien de básquet uruguayo.
—Hace meses me dijiste que como juvenil sentías que remabas de atrás, por estatura u otras condiciones, respecto a compañeros de generación: ¿has pensado en eso siendo MVP?
—No lo he pensado, pero sí me sentía un escalón debajo de algunos. Yo jamás pasé por alguna selección juvenil ni preselección. Pero seguí mejorando y en muchos casos superando a mis compañeros, pero no en una competencia agresiva, todo lo contrario porque ellos siguen siendo mis amigos y están felices por mí.

—Hablaste del pasaje “del pedregullo al colchón” en el Polideportivo: ¿dónde entrenaban y jugaban en las juveniles de Nacional?
—Mi primera práctica fue una cancha de pádel. También entrenábamos en la cancha donde ahora está el Polideportivo que era de pedregullo, o sea que si llovía no se podía jugar porque se formaba barro. Había que colocar los aros también al principio, que pesaban un disparate. Ahora cuesta imaginárselo, pero antes pegado a la cancha había un bosque, y si se te iba la pelota tenías que meterte al bosque a buscarla. Mi madre se enojaba porque cada vez que iba a entrenar con pantalones se me agujereaban en las rodillas, y todos mis pantalones tenían parches. Y después pasamos al colchón, como le digo yo al piso flotante.
—¿Te acordás de la inauguración del Polideportivo?
—El debut oficial de la cancha en la Liga fue un despelote porque la gente nunca había ido y era un lugar muy chico. Fue un partido contra Larre Borges, yo jugué y estaba Gastón Semiglia del otro lado, y ellos ganan ese partido con un partidazo de él. Y antes no había protección alrededor del aro, entonces cuando hubo unos libres importantes para Larre Borges la gente se subió al aro y lo empezó a mover. Igual se pudo terminar y ahora, por suerte, está cada vez mejor la organización.
—También dijiste que “es el sueño de una institución”: ¿estos dos títulos y campaña histórica es un mojón en el “renacimiento” del básquetbol de Nacional?
—Más que de la institución, yo me siento parte de este momento glorioso del básquetbol del club, porque me siento parte de un proceso desde formativas. Jugando en Serie 4 contra Marne, Yale, Verdirrojo, hasta hoy que se juega en Serie 1 contra Malvín, Urunday o Biguá. Y también jugar en Primera División a nivel internacional la BCLA (Champions League Americas), ni hablar la Sudamericana que ganamos, compitiendo a gran nivel en la Liga, siendo finalista, semifinalista y ahora campeón. Yo creo que Nacional siempre estuvo ahí, pero le faltaba el título para decir: “Estamos”. Entonces me siento parte ser la generación que lo logró.
—¿Quién es Álvaro Ponce en tu carrera? Lo tuviste tres años en Nacional y te llevó a Cordón, donde fueron campeones del Metro.
—Álvaro fue el primer entrenador que me llevó al Metro. Personalmente me gusta mucho el juego que plantea, defensivo, arma todo desde la defensa y luego va hacia el ataque. Entonces sinceramente me siento contento y seguro con Álvaro porque es parte de mi progreso y proceso como defensa y como jugador, porque me he adaptado muy bien a su juego y él se ha adaptado mucho a mí, a mi forma de jugar. Creo le funciona cuando juego yo y él también se siente cómodo cuando estoy yo en cancha.

—¿Fue un factor para elegirte capitán con 21 años, para transmitir sus conceptos en la cancha?
—En realidad eso fue una decisión entre la directiva y el staff, y no tanto por lo que yo trasmito desde el habla, sino desde la actitud. Intento contagiar con ganas, esfuerzo, dejar todo, ellos querían un capitán así. Y también porque el ‘Gallo’ (Luis) López habla mucho del sentido de pertenencia, quería que sea una persona del club. Cualquier trabajador, hasta el equipier, es del club, jugó básquet en Nacional, vive en La Blanqueada. Entonces como que yo cumplía con esas características y confiaron en mí para ser el capitán. Pero no es que yo como capitán digo A y hacemos A, sino que yo puedo decir A, vos B, Gastón dice C y entre todos armamos el plan. Por eso yo hablo de ser un “capitán democrático”, porque todos somos capitanes de alguna manera.
—Sin embargo eso, ¿te vas sintiendo más cómodo en ese rol de capitán? Se hizo viral una arenga tuya en la quinta final, cuando iban 20 puntos abajo...
—Sí, lo que pasó en ese momento fue que estábamos atacando, la pelota se nos va, ellos sacan rápido y Zuvich corre hacia nuestro aro para meter el doble fácil y yo corro atrás suyo, pero mis compañeros se quedaron quejando sobre el árbitro. Entonces ellos sacan, la agarra a Sims, al que yo tenía que estar marcando, pero yo estaba con Zuvich para que no metiera la bandeja, y sigue la jugada y termina con un triple de Sims. Capaz que lo metía igual aunque yo lo estuviera marcando, pero en ese momento fue como decirles: “Bo, no importa lo que cobren los jueces, vayamos a lo nuestro”. No nos sobraba nada y lo nuestro era la energía, el esfuerzo. Fue como una cachetada verbal que ayudó, no por eso dimos vuelta el partido, pero teníamos que concentrarnos.
—Según Ponce sos un buen defensa, pero asumís cada vez más en ofensiva: ¿cómo evaluás tu progreso?
—Lo que yo digo es que el jugador depende de 10 puntos: cinco defensivos y cinco ofensivos. Yo los cinco defensivos siempre los voy a tener por las ganas, el día que no tenga ganas tengo que dejar de jugar básquet. Y los cinco ofensivos los he trabajado. Mucho con Federico Álvarez, el “Gusano” que es el asistente. Sobre todo la cabeza, porque la técnica ya la tenía. En las finales contra Hebraica tenía mejores porcentajes y no entendía por qué, y era capaz por la defachatez de ser juvenil y tomar tiros complicados, que cuando tenés más experiencia podés dudar y pasarla porque otro compañero está mejor ubicado.

—Más allá de las estadísticas, tuviste muchas incidencias “intangibles” que marcaron el desarrollo de las finales: rebote agónico sobre Wilson (quinta), triple para pasar (sexta), triple y libre en el último minuto (séptima). ¿Ahí es cuando influye más la cabeza que la técnica?
—Totalmente, por ejemplo en la última final yo venía hace minutos acalambrado en los dos gemelos. Ahí la técnica queda de lado porque si tiro como siempre, el calambre me hace tirar mal porque salto y se me mueve todo. Entonces ahí es todo mental, concentración y principalmente saber que mis compañeros me iban a apoyar, porque eran tiros buenos y no me iban a echar la culpa, sino todo lo contrario, y eso me dio la tranquilidad para asumir en esos momentos límite.
—¿El desafío de marcar a Donald Sims?
—Donald es un gigante, debe ser uno de los mejores jugadores que me ha tocado marcar. Al mismo tiempo sabe jugar muy bien en esta Liga, es muy vivo para sacar faltas. Hicimos un desgaste enorme durante siete partidos entre Mateo (Sarni), Gian (Espíndola), porque no fue que yo solo lo marqué. Le ejercíamos o físico, lo molestábamos, para que no pudiera tomar decisiones tranquilo. Obviamente siguiendo el plan de Álvaro y el cuerpo técnico, que nos dan el teórico de cómo defenderlo y nosotros tenemos que implementar el plan en la cancha. Y creo que funcionó porque en la última final metió 13 puntos cuando acostumbra meter 20 y pico.
—Sin casete: ¿por qué crees que ganaste el MVP?
—Capaz que por la energía, las ganas. Como te dije, yo sé que soy un jugador de al menos los cinco puntos defensivos. Y bueno, capaz por la actitud de no rendirme hasta el final. Ninguno se rindió y por eso ganamos. Y también porque sentí ese respaldo de mis compañeros, me tocaron las últimas pelotas y pude asumir. Pero el MVP fue el equipo porque todos trabajamos y volvimos cansados.

—Se juega Ameri Cup en agosto: ¿tendrá un lugar el MVP?
—No depende de mí, pero me encantaría obviamente. Nunca participé en la selección oficialmente, solo jugué partidos amistosos y entrenamientos, y me encanta el ambiente que hay en la selección. Sería dar un paso profesional, pero también tengo que estar a tono, porque puedo ganar el MVP acá, pero van a venir jugadores que la rompen en ligas de Europa. Por ejemplo (Bruno) Fitipaldo, él sí tiene que estar en la selección. Entonces sí me encantaría, pero sé que me lo tengo que ganar.
—¿Vas a esperar la próxima Liga o tenés ofertas para jugar en algún equipo hasta octubre? ¿Qué hiciste el año pasado?
—El año pasado no jugué Metro porque me concentré en la Sudamericana, que arrancamos antes que la Liga Uruguaya. Este año no sé, me voy a juntar con mi agente en estos días para decidir. Pero sinceramente estoy tratando de disfrutar el momento porque fue muy difícil. Y aún más difícil es mantenerte en la cresta de la ola, pero también es el objetivo. Entonces intentaré mantener el nivel y ojalá seguir ganando cosas.
—Aparte del básquet, ¿estudias? ¿Te gustaría dedicarte a algo en paralelo a tu carrera deportiva?
—Sí, me gusta mucho la cocina y me gustaría estudiar algo relacionado. Actualmente estoy haciendo el ISEF para ser profesor de Educación Física, aunque cada vez me cuesta más lamentablemente porque el básquet me ha consumido mucho tiempo. Pero la cocina es algo que disfruto mucho, a veces llego tarde a mi casa e igual me pongo música y cocino, es un momento que me desestreso. Entonces en algún momento me gustaría estudiar algo vinculado con la cocina.
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